IGUALaIGUAL
 
Número 16. Julio de 2008.
                            
Editorial

Somos una sociedad en decadencia

 

No eres nadie, si no hablas. O, dicho con otras palabras, eres, según lo que hablas. Hemos conseguido ser una sociedad tan estúpidamente superficial, tan acostumbrada al diseño de última moda, que, de lo que hay, sólo vemos el envoltorio. Y mira por dónde, hemos dado con la explicación definitiva que justifica nuestra categoría de eslabón perdido entre el mundo que pudo haber sido y no fue y la última fase de un mundo que es como es, pero que ojalá hubiese sido de otra manera.

Ministerio de IgualdadHemos entrado en plena decadencia: con respecto al crimen, por ejemplo, sólo nos preocupa la foto que se puede hacer. Desde hace ya ni se sabe el tiempo, el índice de asesinatos por violencia de género va aumentando, año tras año. Se ponen en marcha normativas, de las que lo único que se puede decir es que son preferibles al hueco que quieren llenar. Porque su efectividad es desgraciadamente momentánea. ¿Se trata de la foto, lo que se busca es la foto...? Pues creemos que sí, qué le vamos a hacer. Creemos que es una mera cuestión de imagen.

Importa, y al parecer no poco, que se haya aprobado una ley, pero finalmente será algo que se quedará sólo en eso. Da igual que no funcione, que funcione poco o que funcione mal. Es más, nos atrevemos a pensar que también da igual que sea incluso efectiva. ¿Ha dado para una foto? ¡Pues está bien!

Pero debería importar, y mucho, que las políticas a favor de la igualdad de oportunidades para mujeres y hombres se tratasen transversalmente, en todas las instituciones y organismos. Que hubiese, en cada una de ellas, alguien velando para que eso siempre fuese así. Que las acciones a favor de la igualdad fuesen, más que una norma, una imagen constante, en Interior, Defensa, Economía, Sanidad, Trabajo, Vivienda..., que se llegase a interiorizar la necesidad de que hay que mantener un esfuerzo, para que siempre sean reconocidas. Ese es el camino, para terminar teniendo una sociedad como la noruega, por ejemplo. O la holandesa, sin ir tan lejos. (Dos excepciones, en nuestra larga marcha hacia la decadencia definitiva).

Lo que, sin ninguna duda, resulta, además de inútil, pretencioso es crear un ministerio ad hoc. Esa es la foto de las fotos. Y lo que además es mucho peor todavía, pretender que la sociedad cambia, proponiendo lo que no hace falta. Si lo de las famosas “miembras” o la genial idea de crear guetos bibliotecarios sólo para mujeres suponen el máximo grado de polémica al que puede llegar una ministra de un ministerio nuevo, apaga y vámonos, porque hemos fracasado rotundamente.

 

 
Dicen los periódicos

 

Dicen los periódicos...

...Que las interpretaciones de las cosas suelen estar desenfocadas por el interés, pero que la esperanza viene siempre de la mano de la inteligencia. Una prueba de ello es haber nombrado a Miguel Lorente Acosta Delegado del Gobierno contra la Violencia de Género. Este médico forense, que reconvirtió nuestra mirada sobre la violencia contra las mujeres, con estudios insustituibles, como “Mi marido me pega lo normal” o “El rompecabezas (anatomía del maltratador)”, ha venido a aportar a las instituciones una visión sobre este asunto, en la que prima la inteligencia, otro extraño fenómeno que no se ve todos los días. Es difícil encontrar en el discurso de Lorente un interés polemista inconsistente y de pura fachada. Dicho con otras palabras, Miguel Lorente no acostumbra a perder el tiempo en discusiones palaciegas sobre el verdadero sexo de los ángeles (o las ángelas, según si tienen miembro o “miembra”), discusiones innecesarias que se comportan como maniobras destinadas a desviar la atención sobre lo que realmente debe interesar. En cambio, sí tiene muy claro quién es siempre, siempre, siempre, la única doble víctima en toda esta mierda de los malos tratos. Atina la periodista, al preguntarle sobre qué falla, en nuestro país, en cuanto a la protección a las mujeres víctimas de la violencia de género, sobre si no se ponen los recursos suficientes. Y atina aún más el Delegado, al responderle que “el delito de malos tratos se introdujo en el Código Penal, en el año 89, hace nada, y con sensibilización social, desde el año 97, con el asesinato de Ana Orantes. Cuando hablamos de violencia de género, hay reticencias a darle credibilidad, se piensa que la mujer miente y eso no es normal. Cuando alguien dice que le han robado treinta euros, nadie le pregunta si los tenía en el bolsillo. Hay un elemento profundo, de carácter afectivo, de pensar que la denuncia de violencia de género se utiliza para conseguir algo. Salvo que las lesiones sean objetivas, muchas personas se enfrentan a ello con cierta incredulidad. Hay que romper esos elementos míticos”. Y, por cierto, que Alfonso Guerra se desmarcó, hace pocas semanas, con unas declaraciones que adolecen de este recelo, en las que se ve de qué pie cojea, también, la cumbre más alta e inaccesible de la intelectualidad internacional de los últimos 500 años, a quien dios le pediría permiso para ir a hacer aguas menores. Lorente, que, a pesar de todo, ha asumido el cargo con optimismo, ha llegado, sin embargo, para buscar buenos resultados. Atina, de nuevo, la periodista, cuando le pregunta sobre si han fracasado las políticas para erradicar el maltrato, porque mueren mujeres, a manos de asesinos con orden de alejamiento. “A nadie se le ocurre decir que la legislación o la sociedad fracasa, cuando hay un accidente laboral, por culpa de un incumplimiento de norma, ni porque una persona tenga un accidente de tráfico se dice que toda la regulación del tráfico está mal. Es importante ser consciente de las limitaciones o errores que se pueden producir, pero, al mismo tiempo, reconocer que hay una estructura que está funcionando bien, que puede mejorar, y dar un mensaje en positivo, porque está ayudando a que la inmensa mayoría de las mujeres que está acudiendo a las instituciones tenga una respuesta y pueda salir de la violencia”. Consta en la biografía de don Alfonso Guerra, por cierto, su participación desinteresada y voluntaria (en cuanto que no solicitada), en las primeras elecciones internas que se conocen en el Partido Socialista, allá por los primeros años ochenta, en las que se eligió a “la tía más buena del partido”, recabando el voto vía fax, dex (¿recuerdan?) y teléfono. Sólo hubo voto masculino y se dio la circunstancia de que la chica que ganó, parece que por abrumadora mayoría, no tenía ni idea de que estaba incursa en semejante proceso electoral. Sépase que don Alfonso votó, sin que nadie se lo pidiera, y que votó a la compañera ganadora de tan progresista certamen. Qué pequeño es el mundo, Alfonso (el que se mueva no sale en la foto), nunca sabes cuándo las viejas liebres te pueden meter un viaje, en el momento en que sale el pajarito.

Y hablando de moverse y salir en la foto, parece que la misma amenaza está vigente para las mujeres turcas. O sea, que, al paso que corren los tiempos para el país que fuera ejemplo de secularidad (en una zona del mundo, donde las mujeres llevan siglos, bajo la acusación de un inverosímil récord de proclividad al pecado), si eres mujer y turca, cada vez te conviene más quedarte quieta como un poste. O medrar en el secreto de Mortadelo, para mudar de disfraz, en un visto y no visto. El caso es que, desde que el Partido de la Justicia y el Desarrollo (AKP) llegó al poder, aupado por millones de votos bajo ningún concepto coaccionados, la que inicialmente fuera simple simpatía personal (y, además, intransferible) de sus dirigentes hacia el islam, en una versión edulcorada y virada a una moderada expresión turca del legado de Mahoma, parece tornarse en una pandémica coerción que se ceba con las mujeres. La Dirección de Asuntos Religiosos de Turquía, también conocida como Diyanet, es un organismo que funciona con independencia del gobierno y sin poderes legales. O sea, que no hay obligación ninguna de cumplir con directriz alguna que diga, proclame o exija. ¡Y es que se pone en ese plan! No obliga, pero, en poco tiempo, ha conseguido cambiar la fisonomía turca. En los “inestables” años setenta (vamos con retranca, porque qué nos queda, sino eso), en aquellos tempestuosos años, cualquier fotógrafo que se diera una vuelta por el país que ya era de Mustafá Kemal, levantase la cámara por encima de su cabeza y tirase una foto, obtenía una imagen que, si conseguía eludir la arquitectura reconocible, podía encajar perfectamente en Londres o en el Berlín occidental. Esta identificación de la imagen colectiva (que, como la cara, es espejo del alma de un pueblo) con modelos occidentales era especialmente significativa en los campus universitarios. Más mujeres que hombres. Femeninas melenas al viento. Faldas por encima de la rodilla. Miradas sin temor a enfrentarse a los ojos de un hombre. Miradas sin temor, que también eran espejo de un alma que entonces palpitaba así, sin miedo. Que hoy en día sea todo lo contrario no es culpa de la Diyanet. La Diyanet es sólo el penúltimo paso de la reconquista turca, por parte de quienes es ya prácticamente seguro que van a recuperar el frasco de las esencias, bajo el apolillado estandarte de Solimán el Magnífico, redivivo pese a todo y, por qué no decirlo, adornado con un redentor cinturón de explosivos. La más divertida exigencia de la Diyanet es que el uso de fragancias aromáticas por parte de las mujeres resulta “inmoral”. Y es que “el altísimo profeta Mahoma no consideraba con gentileza a las mujeres que utilizaban perfumes fuera de su casa”. Sería muy sencillo hacer chistes sobre cuál es la evolución previsible de esta amable, bienintencionada y recoleta directriz. Pero no se lo merecen, ni Turquía, ni muchísimo menos las mujeres turcas, en un país donde todavía hay asociaciones feministas. Todavía... Alerta la pía Diyanet de que “las mujeres deben ser más cuidadosas (que los hombres, se entiende), porque tienen estimulantes (sexuales, se entiende)”. Alerta la misericordiosa Diyanet de que, cuando las mujeres estén con hombres a los que no conocen, tienen que “hablar de manera que no levanten sospechas en la cabeza de ninguno”. Y deben hacerlo, “con seriedad y dignidad (¿...?), para que no dejen lugar a malentendidos”. Las mujeres, que deben ir recatadamente ataviadas, tampoco pueden estar “a solas con hombres, en lugares cerrados”. Y etcétera, etcétera, etcétera, etcétera, un odioso y casi inacabable etcétera de normas, pautas, criterios y conductas que están calando, (sí, calando) en una sociedad que parece haber apostado por el suicidio colectivo, en nombre de dios. Desde que Atatürk acabara con la larga noche de los sultanes y de los imames; la larga noche de los grandes pañuelos que todo lo tapan, de la prohibición por blasfemo del perfume, de la penalización por mirar a los hombres de igual a igual; la larga noche de la condena a todas las mujeres al ostracismo educativo; la socialización, en suma, de la cárcel como único hábitat bueno a los ojos de dios; desde que Atatürk dijo basta y reclamó el futuro como posibilidad para su país, el reciente auge de la Diyanet y sus delirios ha venido a demostrar que una sociedad no debe dormirse en los laureles. Que la bota militar no puede con su enemigo, cuando éste se disfraza de inocente y endeble corderito. Que también hay que alimentar el cerebro de una sociedad, que hay que enseñarla a que aceptar lo bueno (incluso lo malo de lo bueno) implica rechazar activamente lo malo (incluso, y por supuesto, lo bueno de lo malo).

Consideración especial y reclamo para la tristeza merecen purulencias sociales tan aberrantes como el infanticidio. Si hay una parte genuinamente débil, víctima de la desigualdad, en nuestra sociedad, ésa es la infancia. La gente del Centro Reina Sofía para el Estudio de la Violencia tiene que estar todavía pasándolo especialmente mal. Hay objetos de estudio que se sitúan más allá de lo soportable, como éste de contabilizar los asesinatos de niños y niñas. Qué le queda a la niñez, si de la mano de sus padres y sus madres sólo encuentran el golpe, el insulto o la muerte. Para la infancia que crece a base de palizas encadenadas y encadenada a las palizas, el futuro, si sobreviven, sólo se asienta en la remota posibilidad del olvido; que es remota, porque no puede olvidarse lo inolvidable. Según este centro, entre 2004 y 2007, 48 niños y niñas españoles consiguieron olvidar absolutamente una niñez fundamentada en el golpe y el insulto. Porque la muerte, violenta e implacable, les redimió. La muerte, sobrevenida cuando sólo les pretendían asestar otro nuevo golpe, otra nueva patada, otro nuevo puñetazo en el mismísimo centro de la cabeza, sin verdadera intención de matar (“pero, bueno, qué quieres, esto se veía venir y tanto el crío como nosotros ya hemos dejado de sufrir”), otro nuevo empujón, otra nueva paliza que se merecían (“parece que ha venido a este mundo sólo para hacerme la vida imposible, mejor si la tía esta se lo hubiera metido por donde le salió”), cuando sólo querían enseñarles que no se llora, si te duelen las muelas, porque tu propia madre te ha pegado una patada en la mandíbula; la muerte, entonces, vino a poner fin a su sufrimiento. Es una muerte injusta, pero la sociedad nunca pierde la esperanza y, mientras echa tierra sobre el féretro blanco, ya se ha puesto en marcha el mecanismo de los atenuantes y, después, claro está, la redención de la pena, porque jugar al fútbol en el patio de la cárcel nos convierte en ciudadanía de pro, nos acerca a la ejemplaridad social. La sociedad nunca pierde. Si afeas las estadísticas, porque eres un hijo de la grandísima puta (o una hija de perra), luego, siempre tienes la oportunidad de compensar la situación, en la cárcel: con un curso de cestería o de restauración de muebles, o aprendiendo a leer. Hemos aceptado que la escasa formación es la verdadera causa de determinados comportamientos, que viene a ser lo mismo que poner un collar de caniche a un pulpo y pasearlo inútilmente por la playa. Es mentira. Sobre todo, hay gente que no sabe leer ni escribir y que no maltrata a sus hijas e hijos. Toda esa sarta de “buenismos” en la que crees es mentira. Lo que pasa es que no aceptamos que la maldad gratuita, el puro placer de golpear al débil, la sensación de poder que otorga quitarle la vida a las personas a las que se la has dado viaja dentro de alguna gente. Es tan parte irrenunciable de ellas como la bondad en Gandhi. Pero son mala gente. Exclusivamente, mala gente y nada más. Lo son, hasta que mueren. Nada les puede cambiar. Te has creído que has construido una sociedad justa, porque has establecido fórmulas para reinsertar a semejantes monstruos (monstruos, sin distinción de género, ni de origen, ni de religión, simplemente monstruos), pero sabes que es mentira. Sólo lo haces para poder conciliar el sueño, el sueño de los zurrones y la bondad innata, la inútil herencia del flower power . Mientes, descaradamente. Lo más probable es que todas las personas del Centro Reina Sofía para el Estudio de la Violencia que han participado en tan ingrato, pero imprescindible, estudio hayan podido comprobar cómo es el rostro del abuso, de la muerte, del asesinato. Entre 2004 y 2007, murieron en España 48 niñas y niños, víctimas de los malos tratos. El 24 por ciento de sus progenitores había manifestado previamente una patente conducta violenta contra sus hijos e hijas. La mitad de estas víctimas (o sea, 24 niñas y niños) tenían entre 0 y 24 meses de edad, cuando la muerte les vino a liberar. La edad de quien les abrió las puertas del cielo y la cabeza estaba entre los 25 y los 34 años... Tampoco quiere decir nada. La edad no aporta dato alguno, cuando se trata de algo más que asestar una paliza. Porque la gente del Centro Reina Sofía para el Estudio de la Violencia también contabilizó, como malos tratos, el abandono, el golpe con cualquier tipo de objeto, el arma blanca, el incendio provocado (“y, además, si no me pillan, me saco una pasta del seguro”), el ahogamiento, las armas de fuego o el envenenamiento. Que de todo hubo. Estudios como éste del Centro Reina Sofía son cada día más necesarios, pero no envidiamos a quienes los hacen. Se te tiene que quitar el hambre...

 
Interesa

Programa GandhiRafael Soto, Programa Gandhi, Asociación de Hombres por la Igualdad de Género


Quien trabaja con la víctima y quien trabaja con el agresor están en el mismo equipo


Para intentar curar a un agresor, hay que trabajar el machismo, además de la ira

 

“Decir que la publicidad no sexista es ineficaz se parece mucho a aquello de tenemos lo que nos merecemos”

 

Rafael SotoBajo la denominación de “Gandhi”, la Asociación de Hombres por la Igualdad de Género (AHIGE) se ha propuesto perseverar en el pecado de mantener la iniciativa como principal actividad de la asociación. AHIGE, que, desde su nacimiento, se ha volcado en el esfuerzo de conseguir que la igualdad entre mujeres y hombres sea un proceso que vaya de dentro hacia afuera, quiere prevenir conductas violentas en el seno de la pareja y favorecer la convivencia familiar, facilitando herramientas para la comunicación, el equilibrio de la autoestima y las habilidades en la resolución de conflictos. Rafael Soto, uno de los responsables del programa “Gandhi”, considera que “no existen fórmulas mágicas”, para las mujeres maltratadas. Y añade que “tampoco deben creer que pueden cambiar a su pareja o que el tiempo todo lo cura”.

 

Alégrenos el día y díganos que hay estadísticas que hablan de agresores rehabilitados

Pues alégrense ya, porque empiezan a existir recursos e interés por la rehabilitación de agresores. Y más aún, porque, en algunos de estos recursos, se trate, no sólo la “ira”, sino también el “machismo”. Lo de las estadísticas ya llegará .

 

¿En todo caso, no cree que los proyectos de reinserción o reeducación de maltratadores suponen, en la mayoría de los casos, un esfuerzo inútil?

No lo creemos, porque, de creerlo, no trabajaríamos en esto. Sí es cierto que no todo vale .

 

“Muchas mujeres nos animan”

 

¿Cree que las mujeres, especialmente las víctimas, creen en este tipo de reinserciones ?

Es difícil que crean, pues su experiencia ha sido muy dura. Aun así, muchas mujeres nos animan en esta tarea. Quien trabaja con la víctima y quien trabaja con el agresor están en el mismo equipo .

 

¿Qué no debe hacer nunca una mujer, la primera vez que su pareja le agrede ?

No existen fórmulas mágicas. Quizás no debe creer que “se lo merece”, o que eso tenga que ver con el amor. Ni creer que puede cambiar a su pareja, o que el tiempo “todo lo cura” .

 

Objeto de deseo

 

Dentro de las agresiones a la mujer, ¿en qué lugar pone a la publicidad sexista, especialmente la que llega a través de la televisión y los carteles callejeros ?

La publicidad sexista apoya al machismo. La violencia es una dramática expresión de la desigualdad y el machismo. La publicidad, aunque empieza a cambiar levemente, nos continúa vendiendo la imagen estereotipada del hombre y la mujer: la imagen masculina se reencarna en hombres con éxito y poder; a diferencia, la mujer sigue siendo un objeto de deseo o simplemente dedicada a tareas domésticas y cuidado de hijas e hijos .

 

Póngase en el lugar de la clientela que paga a la agencia de publicidad y díganos: ¿no cree que la publicidad que no es sexista resulta ineficaz? Vamos, que no vendes...

Eso se parece al “tenemos lo que nos merecemos”. Es cierto que el sexismo es un reclamo superpotente .

 

Asociación de Hombres por la Igualdad de Género (AHIGE)

 

El uso sano del tiempo

 

Y es que las agencias publicitarias alegan que se dedican a hacer trajes a medida, con la tela que hay, y no hay otra. O sea, que hablan el mismo lenguaje que quien recibe los mensajes publicitarios. ¿Al final, culpamos a la publicidad sexista o culpamos a quienes decimos "cómo me gusta ese anuncio" o "qué anuncio más feo"...? ¿Quién fue primero, el huevo o la gallina ?

Muy interesante la pregunta. La podríamos convertir en ¿al servicio de qué o quién está la creatividad de las agencias publicitarias? ¿Y nuestra creatividad ?

 

¿La conciliación de la vida laboral y la vida personal es sólo posible para el personal funcionario ?

No sólo. Hay un planteamiento más amplio: el uso sano del tiempo. Conciliar la vida laboral con la personal aún plantea la postura “estrésate a tope y no llegarás tampoco”. Habría que preguntarse qué necesitamos para usar mejor nuestro tiempo .

 

Acceder al poder

 

¿Realmente, cree que en España se concilia o nos quieren hacer comulgar con ruedas de molino, pretendiendo que estamos como en Noruega o Suecia ?

Hay que reconocer que allí nos llevan ventaja en estos planteamientos .

 

¿Sólo seremos iguales, mujeres y hombres, cuando tengamos una presidenta en el gobierno, en lugar de un presidente ?

Que una mujer ocupe ese puesto supone realmente un cambio respecto de años atrás, cuando la mujer no tenía personalidad jurídica ni podía votar… La igualdad se consigue, cuando existe la posibilidad de que una mujer pueda acceder al poder en las mismas condiciones que el hombre .

 

 
Es curioso

Pero parece que, en este asunto de las diferencias entre mujeres y hombres, comenzamos a marcar distancias, ya desde el colegio. Edurne Galíndez es una doctora en Psicología, cuya tesis doctoral, presentada hace escasos meses, se concentró en las percepciones sobre la felicidad y la vida en general de la adolescencia vasca. El caso es doblemente sorprendente, porque, para quienes ya hace demasiado tiempo que quedaron enterrados en el olvido aquellos tumultuosos años, lo único que nos queda de tan lejana época no es más que la satisfacción de haber superado algunas limitaciones mentales, como la inestabilidad perpetua o la estúpida búsqueda de explicaciones para asuntos que carecen de la menor importancia, como dios o la vida. La primera sorpresa es que, bien encuestada, como lo ha hecho Galíndez, la juventud adolescente vasca manifiesta una visión de la realidad bastante más periférica que lo que creemos y además aporta sus propios matices. La segunda es que la juventud vasca entre los 12 y los 18 años de edad ya marca diferencias entre sexos, según sea la pregunta que se haga. “Los chicos están más satisfechos con la vida en general, con la familia y consigo mismos, mientras que las chicas ponen una nota más alta que ellos al ámbito escolar”, dice Edurne Galíndez. O dicho con otras palabras, que las chicas no lo pasan tan bien, quizá por poseer (nos atrevemos a intuir) una mirada más crítica, lo que, a su vez, explicaría esa cierta simpatía, casi proclividad sin ambages, hacia el colegio y sus cosas, eso que vienen siendo “rollos” para sus compañeros masculinos. “No me atrevo a dar razones, pero creo que es algo que nos debe hacer pensar”, se cuestiona Galíndez. En nuestra humilde y puede que hasta errada opinión, Galíndez ha otorgado categoría de hecho axiomático a aquella intuición que tanto le discutíamos a nuestras abuelas, para quienes no había duda: las chicas eran más formales, cuidadosas y estudiosas... ¡Y más serias y ya eran “chicas mayores”, a la misma edad que sus hermanos seguían siendo unos críos de baba! Por eso, tampoco entonces, no eran tan felices. La felicidad no es sino una manifestación nirvana del desconocimiento. Las ovejas son felices, pastando en el campo, porque son incapaces de interiorizar permanentemente la amenaza del lobo. A efectos prácticos, lo desconocen. Algo así debe pasarles a los chicos vascos, que no interiorizan la posibilidad de que vuelva el lobo. La felicidad también es la discutible certeza de que nada malo pasará. Pero, claro, esto último, amén de onírico, no encajaría en las cabezas adolescentes, víctimas de su propia edad y de las siempre traicioneras hormonas, el peor enemigo de la estabilidad emocional. Así que nos da en la oreja que, al menos las adolescentes vascas, ya empiezan a marcar una cierta distancia intelectual, frente al otro sexo. Es algo que parece nacer de dentro y lo más probable es que sobrepase los límites de Euskadi. Mi abuela ya se lo olía.

 

 

 

Y después, ya se trate de vascas o de no “tan” vascas, es fácil que terminen siendo grandes emprendedoras. Según datos de la Federación Nacional de Asociaciones de Autónomos (ATA), el 37 por ciento de las empresas españolas de nueva creación son impulsadas por mujeres, dice Soraya Mayo, vicepresidenta de la ATA. Y de cada diez nuevos puestos de trabajo que se crean, seis están ocupados por mujeres. Pero ES CURIOSO que tan prometedor panorama suene demasiado a música celestial. Soraya Mayo, que es muy positiva, afortunadamente para la ATA, interpreta el dato como la definición de un panorama que abre muchas expectativas. Por no decir todas. Pero, en IGUALaIGUAL, que es una publicación crítica, ácida y mordaz, afortunadamente para ti, tenemos por hecho irrefutable que hay por ahí, desatada y frenética, alguna máquina de fabricar estadísticas bonitas, con la que pretenden narcotizarnos o darnos la impresión de que esos otros mundos posibles ya están aquí. Y así, anda suelto el rumor de que, en España, trabajan fuera de casa 12 millones de hombres y 8 millones de mujeres. Así que la tasa de actividad femenina está en el 70 por ciento. En los países más desarrollados de la Unión Europea, esta tasa salta hasta el 75 por ciento. ¿Por qué nos quejamos tanto, entonces, si apenas estamos a un 5 por ciento de la tasa de actividad femenina de los países más desarrollados de la UE...? Será que los números, o no cantan tanto, o cantan siempre al son que quiere el acompañamiento musical que corresponde. Igual es que, cuando nos dicen tasa de actividad femenina, nos estamos imaginando a estilizadas ejecutivas de traje cruzado, cuyas decisiones más estúpidas afectan al destino de millones de personas, mujeres dueñas de su propia vida y de su destino, que concilian a las mil maravillas la vida personal y la vida laboral y que saben de qué color tienen los ojos los grandes banqueros. Los números sólo son números, pero siempre son algo más: inducen a la ensoñación, dirigen a nuestra imaginación hacia panoramas deseables, países maravillosos con eternos viernes soleados. O sea, que visten la mona. Pero lo que nos queda es la mona. Soraya Mayo destaca, con toda la oportunidad del mundo, que las mujeres empresarias “dedican 35 minutos diarios a las obligaciones domésticas y superan las cuatro horas, en días festivos, frente a 8 minutos escasos y prácticamente una hora, respectivamente, de los varones”. Cambian los números, cambia la imagen que inducen. Pero la máquina de las estadísticas bonitas sigue ahí, dale que te pego.

 
A la par

EL FLACO FAVOR DE LA MIEMBRA

 

Dicen que el lenguaje nunca es neutro. Estoy de acuerdo, siempre tiene intención. No sólo es lo que dices, es cómo lo dices. También, cuándo lo dices y, si se me permite seguir ampliando los condicionantes, quién lo dice.

Bibiana Aído, Ministra de IgualdadSi yo hubiera dicho, antes de que lo dijera la ministra, “miembros y miembras”, mis interlocutores (y/o interlocutoras) habrían pensado una de estas dos cosas: o que me había confundido, o que me había pasado de lista. Confundirse es de humanos (y/o humanas) y después de haber escuchado en muchas ocasiones decir “Bilbado”, o “bacalado”, soy de las que me creo los lapsus lingue más inexplicables. Pero no creo que doña Bibiana se confundiera. Tampoco sé si se pasó de lista, porque no tengo ni idea de hasta qué punto es lista. Me pasa como a la mayoría de los españoles normales y corrientes (y/o españolas normales y corrientes), que antes de que la nombraran ministra no tenía ni idea de su existencia.

Ahora sí. Ahora sí que lo sé. Me consta lo de los miembros y miembras y, también, lo de inferiorizar (mi pobre Microsoft Word, que sólo tiene el diccionario normal de “español tradicional”, me está tiñendo el folio de subrayados rojos, qué poca sensibilidad tiene). También, de paso, me acuerdo de lo del teléfono para maltratadores, las bibliotecas de y para mujeres y la risa floja que suele acompañar algunas de sus intervenciones más sonadas.

Me da pena que tengamos una ministra de igualdad que no sabe distinguir lo importante de lo accesorio. Me da rabia que se lo esté poniendo tan fácil a los que (y/o las que) desde siempre han querido ver en quienes luchamos por la igualdad un marchamo de ridículo empeño en la estulticia y el vacío de contenidos.

Apuesto mis años de feminista pelea granito a granito a que Bibiana Aído se ha asegurado una mención en el futuro, cuando haya que recordarla por lo que sea, como la primera y más joven ministra socialista, caracterizada por ser polémica. Polémica, hoy por hoy, es un adjetivo que viste cualquier perfil político. Sobre todo cuando el perfil en cuestión, desnudo pierde mucho.

De verdad, de verdad de la buena, que menos mal que la selección ha ganado la Eurocopa y que Rafa Nadal está que se merienda a Federer en cualquier tipo de pista. Ya sé que no tiene nada que ver, pero es por terminar bien la columna (¿o columno?)

 

Mariasun Gallo. Grupo Alapar

 

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ALAPAR, Investigación, Innovación y Desarrollo en Orientación Sociolaboral, Igualdad de Oportunidades y Políticas de Género, es un grupo de debate, propositivo y activo, en materia de igualdad de oportunidades. Está formado por seis técnicas de empleo, con experiencia en diferentes campos de la promoción de empleo: orientación, información, entrenamiento de habilidades en la búsqueda de empleo, asesoramiento a proyectos empresariales y de autoempleo, gestión, intermediación...
 
"El hervidero neuronal de la Pura"

"El hervidero neuronal de la Pura"
Consultorio que lo es

   

Querida Pura: ¡Estarás contenta, hija mía! Aunque igual no... Porque, claro, como no te vas a poder quejar con lo que te voy a contar y ya sabemos todas que lo tuyo es quejarte y que si no te quejas, no tienes nada que decir... Pues, eso, que a ver si también eres capaz de alegrarte, cuando pasan cosas buenas y animar y ser positiva, en vez de la bruja avinagrada de siempre. ¡No y que te hablo con toda confianza, oye! ¿Porque se te podrá hablar con toda confianza, no? Vamos, digo yo. Pues que vayas tomando nota, porque mucho hablar de la discriminación, que parece que no tienes otra cosa en la cabeza, y resulta que, en Italia, los empresarios están a las órdenes de una mujer. Sí, se llama Emma Marcegaglia y, desde mayo, es la presidenta de Confindustria, que es, como si dijéramos, la CEOE de Italia. ¿Me imagino que te alegrarás, no?

 

Pepadela Reba Jachino. Morenos de la Faz.

 

Querida Pepadela: ¿Me permites que te diga algo, con muchísima calma y con muchísima tranquilidad...? ¡Sin malas sensaciones, porque creo que tenemos que evitar al máximo las malas sensaciones! Entonces, verás, el caso es que he leído tu carta y, si quieres que te sea absolutamente sincera, no me encuentro muy bien. Vamos, que, a medida que veo el papelucho que me has escrito, me voy poniendo más y más nerviosa. Te lo digo sinceramente. Poco a poco, me va entrando una mala hostia, como no se ha dado el caso en muchísimos años. Hija, Pepadela, que te lo tengo que decir con muchísima calma: me estoy poniendo de todos los colores. Y verás, creo que hay una cosita que no voy a poder evitar... La próxima vez que te tenga a menos de quince metros de distancia, te voy a abrir la cabeza con un ladrillo... ¿No te parecerá mal, oye? Porque creo que lo único que pretendes con tu carta es tocarme los... Bueno, como te estás imaginando lo que te quiero decir, no tengo por qué ser más explícita. Y es que sospecho que determinadas cartas no pretenden compartir noticias o buscar un enfoque o una aclaración. Determinadas cartas sólo pretenden jo... fastidiar. Porque sí, Emma Marcegaglia es, desde hace pocos meses, la presidenta de la patronal italiana, que viene a ser algo así como la que más manda en los empresarios italianos. Pero me da la impresión de que una cosa es lo que se dice y otra lo que es. Porque parece que mucho no manda, a la vista de las cifras, Pepadela. Sí, porque resulta que Italia está sólo por delante de Turquía y Méjico, en porcentaje de mujeres trabajadoras. El resto de países con cierta trascendencia le ganan, todos. Y entre los países desarrollados de Europa, pues eso, que una cosa es tener a una presidenta en la patronal y otra que eso signifique nada. Fíjate en una cosa, pedazo de alcornoque con rulos, si ya eran pocas las mujeres italianas que trabajan, resulta que las que ocupan cargos directivos son sólo un 5 por ciento de ellas. ¡Un 5 por ciento de las pocas que trabajan, atontada, no un 5 por ciento de todas las italianas! Y no te digo nada ya, si encontramos alguna mujer en un puesto de alto nivel. Eso debe ser como una aguja en un pajar, porque resulta que ahí están sólo el 9 por ciento del 5 por ciento. Vamos, que si te dicen que no hay ninguna, pues te quedas igualito. Y Pepadela, verás, que yo no me invento las cosas, que las busco por ahí, como también puedes hacer tú, pero para nada lo haces. Yo lo busco y lo encuentro. Y estos datos aparecen en un estudio de la Universidad Bocconi. Y en cuanto a lo de bruja avinagrada, que es un comentario del que te vas a arrepentir, porque va a tener tratamiento de ladrillo aparte..., en cuanto a que no me alegro de las cosas que hay que alegrarse, pues verás... Te equivocas, Pepadela. Me alegro especialmente de que, en un país como Italia, una mujer como Emma Marcegaglia haya podido superar todos los obstáculos que le han puesto, que no habrán sido pocos, en un club de hombres como Confindustria. Pero ya venía entrenada, porque, en 1998, alcanzó la vicepresidencia de la confederación de jóvenes industriales, donde estuvo hasta 2000. En el cargo actual, mal que le joda a la gente como tú, se quedará hasta 2012. Y, mira tú, puede que, después, repita. Pero, claro, eso no lo verán tus ojos, si antes me cruzo contigo por la calle.

 

 

 

Querida Pura: Hija, me he puesto malísima, que acabo de leer una cosa en el periódico y me he puesto tan malísima, que me he tenido que sentar. Pues resulta que una jueza de Barcelona ha cogido y ha vuelto a poner en la calle a una chica que estaba de puta, pero que, hija, resulta que es oligofrénica. Y que dice que la jueza dice que eso es lo que dice la policía. ¡Hija, una jueza! ¡Pues qué más faltaba para el duro! ¡Me parece...!

 

Marisusto del Acongojo. San Frasco de los Fundamentos

 

Querida Marisusto: No sabía nada y me he quedado de un aire. Lo que más me duele de todo es que esta pobre chica ha sido víctima de una mujer y que, si hubiera sido un asunto entre hombres, se habrían protegido. Pero es que, Marisusto, nosotras tenemos el enemigo en casa y nos lo ponemos muy mal las unas a las otras. Porque te voy a completar los datos que te faltan. Esta chica, que tiene 28 años y que se llama Nadezna, es de origen checo y trabaja en Barcelona, ejerciendo la prostitución... Con eso, ya te he dicho bastante ¡Pero resulta que todavía lo sigue haciendo, porque la jueza del Juzgado de Instrucción número 26 la volvió a poner en la calle! Y es que los resultados de un examen médico forense que duró 20 minutos fueron suficientes para decretar que esta chica “es feliz y le gusta el trabajo que hace”. Hija mía, da gusto con exámenes psicológicos tan bien hechos. Y tan rápidos. La cosa no estaba tan clara para la gente de la policía, porque dijeron que, en un primer momento, era difícil distinguir su disminución psíquica, pero que “hablando con ella, a los dos minutos, ya te dabas cuenta de que no estaba bien”. De hecho, la policía se puso en contacto con el Consulado de Chequia en Barcelona y que resulta que en su país cobraba una pensión por padecer oligofrenia. ¿Cómo acabó con sus dos explotadores, uno de ellos una mujer, a la que Nadezna, en su alienación (que así me ha dicho mi nieta que se dice), consideraba su madre...? No lo sé, Marisusto, no lo sé. Lo que sé es que, poco después de salir del juzgado, la llevaron a un centro de acogida, en el que, a los pocos días, ya no estaba. Ha vuelto a la calle. Y, por si fuera poco, su jornada de trabajo es propia de la esclavitud. Ejerce la prostitución todos los días del año, en jornadas de 12 horas. Y la tienen continuamente vigilada.

 

 

 

 
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CURSOS

Cómo enseñar castellano a personas inmigrantes desde el voluntariado

VARIOS

Encuentro estatal Jóvenes y Diálogo Intercultural Área 5.1

Se trata de un espacio abierto de aprendizaje para el encuentro, diálogo y reflexión a representantes políticos y miembros de asociaciones e instituciones de juventud de toda España, así como a técnicos de Juventud para que durante 3 días debatan aspectos esenciales en relación al diálogo intercultural y políticas de Juventud, nuevas metodologías de aprendizaje en valores y así como las consecuencias que la globalización puede tener tanto a nivel de políticas de Juventud como directamente sobre los y las jóvenes. Del 10/07/2008 al 14/07/2008.http://www.lorcajoven.es/area5.1/

 

 

 

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