Qué menos que una vela

Las noticias son malas o buenas, según nos vapulee o nos sirva para algo el hecho que las justifica. Se acaba de poner en marcha UN Women, o sea, ONU Mujeres. Y no sabemos si dar saltos de alegría o llevarnos las manos a la cabeza. Que las mujeres son un segmento de la población mundial que está pidiendo a gritos qué menos que una ONU, ya vivan en el primero o en el penúltimo mundo, es algo que ni es noticia, ni nos sorprende. ¡Qué menos que una ONU!

Lo que se nos plantea como duda es si el formato del nuevo organismo salvador resulta adecuado a los intereses de las mujeres, visto el palmarés de éxitos de la ONU convencional. O sea, un organismo instituido para unir a las naciones, que, 65 años después de su creación, es la mejor plataforma de proyección de imagen de las más infamantes dictaduras de todo el mundo y de casi toda la historia del mundo, caracterizadas por separar a las naciones. Ese lugar donde Ahmadineyad se siente tan a gusto, tan en su casa. Ese lugar donde Gengis Kan o Hitler tendrían algo que decir, con dietas pagadas y alguien que les escuchase.

Michelle Bachelet, una mujer que ya es una parte importante de la Historia escrita con hache mayúscula, por su doble compromiso con la democracia y las mujeres, es la única esperanza de la nueva ONU Mujeres. Ha aceptado el reto de ponerse al frente del organismo internacional, con lo que, desde la más exigente objetividad, ya existe la posibilidad de que resulte útil. ¡Qué menos que una Bachelet! Tiene rango de Subsecretaria General, aunque el propio Ban Ki-moon podría informarle de cómo la “chapa” sólo es algo que brilla y punto. Pero es también probable que ella ya lo sepa. Mejor para todas.

Bachelet maneja cuatro herramientas, que son los cuatro organismos que absorbe la nueva “Entidad de la ONU para la Igualdad de Género y el Empoderamiento de la Mujer”. Se trata de los desde ahora antiguos Fondo de la ONU para el desarrollo de la mujer (Unifem), División de la ONU para el avance de la mujer, Instituto internacional de investigación y capacitación para la promoción de la mujer (Instraw) y la Oficina del asesor especial en asuntos de género (Osagi). Bachelet se ha comprometido a poner en marcha la ONU Mujeres , esperanzada en la potencia de un motor de gran cilindrada, porque le han dicho que va a ser una entidad equiparable a la UNICEF. ¡Gran cilindrada!

Ni se nos pasa por la cabeza tildar a la UNICEF de organismo inútil, pero ahí están la infancia mundial y sus problemas: mirando todo el planeta, casi los mismos problemas, desde 1946. Que le pregunten al Vaticano, por ejemplo, que también goza de un motor potente: Dejad que los niños se acerquen a mí. Es mejor dejarlo aquí y ponerle una vela a Michelle. ¡Qué menos que una vela!

... que lo que comenzó siendo una curiosidad, un añadido, un molesto sonsonete, una carga con material pesado de las instituciones, lo que parecían apenas ganas de hablar por hablar ha ido cuajando, hasta el punto de que se han subido al carro nada menos que muchas frías y calculadoras empresas, entes sociales cuya obligación es ir a lo suyo. O sea, que esto de trasladar los criterios de igualdad para mujeres y hombres al precavido mundo de la producción y el comercio de bienes y servicios empieza a tenerse en consideración. Una circunstancia que nos va acercando a esas sociedades avanzadas, en las que la gestión de intangibles se sitúa al nivel de la reconversión tecnológica de los bienes de equipo: la mejora del taller, vamos. Porque que el gobierno de Cantabria ponga en marcha un programa para la implantación de la igualdad de género en el seno de las plantillas de las empresas de su comunidad autónoma no es ni más ni menos que lo que se espera de él. Pero que, en pocos meses, 85 empresas cántabras, 85, se hayan subido a ese carro es un genuino indicativo del cambio que se está produciendo en Cantabria. Y no es que se trate de Cantabria, sino que el programa “Empresa Plus”, puesto en marcha por la Dirección General de la Mujer de esa comunidad autónoma, puede erigirse como una muestra representativa de lo que está ocurriendo en toda España. Cantabria es sólo un ejemplo. Otro. Se trata del abandono de la legaña y la feliz asunción de una nueva cierta idea del mundo, según la cual la gestión empresarial no depende sólo del banco, la bolsa, el mercado o la implantación de tecnología, sino que aspectos como el establecimiento de mecanismos de conciliación, la equiparación de salarios (algo que todavía rechina en la razón práctica de las cosas del mundo) o la eliminación de cúpulas de cristal contra el acceso de la mujer a puestos de responsabilidad ponen algo más que granitos de arena a la sabiduría para hacer caja. Según Dolores Gorostiaga, Vicepresidenta del Gobierno de Cantabria, “Empresa Plus” impulsa relaciones laborales no discriminatorias y potencia la “diversidad del talento”. Y “ésta” es otra, porque que 85 empresas hayan admitido como positivo un concepto como “diversidad del talento” da una idea de la profundidad de los cambios sociales. Gorostiaga subrayó que la inclusión de este tipo de medidas genera mejoras palpables en cuotas de mercado, productividad, costes, imagen y motivación del personal. En cualquier caso, parece que empezamos a recoger el resultado de campañas de sensibilización y programas de formación, sobre los que, hasta no hace mucho, se hacían chistes. (Pero, bueno, todavía nos queda, no nos lo creamos del todo...).

Es que hay un largo camino que recorrer. Así que las buenas noticias siempre vienen atemperadas por sus contrarias (o relativamente contrarias), en la consideración de que lo que ayer eran objetivos, todavía hoy lo siguen siendo. El observatorio GEM se ha molestado en medir la capacidad de la población femenina española, a la hora de abordar proyectos empresariales propios. Y el resultado es que la cosa no está precisamente para echar cohetes. Sólo un modesto 8,2 por ciento de las nuevas empresas españolas creadas en 2009 tiene nombre de mujer, según el estudio “Mujer y desafío emprendedor en España” que firma esta entidad, una investigación que se concentró en analizar y comparar todas las variables que afectan a las actividades emprendedoras. Y si se considera que las mujeres suponen el 50 por ciento de la población española, ese porcentaje de novísimas empresarias pierde aún más importancia. Así que las cosas van cambiando, pero no tanto como para echar las campanas al vuelo. Sirva de consuelo que, según otro estudio similar de la consultora PricewaterhouseCooper (PWC), sólo el 18 por ciento de las mujeres de todo el mundo apuesta por ganarse la vida por cuenta propia. Claro que, si la investigación de PWC es mundial, deberíamos quedarnos sólo con los porcentajes de aquellos países con los que debemos compararnos. Y ojito al parche, porque no nos es lítico compararnos con los países en vías de desarrollo. Básicamente, porque no lo somos, aunque, en el otro lado, tampoco estamos a la altura de Francia. En todo caso, considérese que hay países, como India, donde las mujeres lideran generalmente los nuevos proyectos empresariales, dándose la circunstancia de que las entidades financieras que aportan capital no se fían mucho de los hombres. La geografía del emprendimiento empresarial no sólo tiene que ver con la situación de las mujeres en según qué países. Influye la nueva crisis, en unos, como influye la convivencia con una larga y antigua crisis, para la que se han hecho muchos experimentos, en otros. La economía es muy compleja. Pero a nuestros efectos, lo que parece que nos toca es compararnos con el resto de países de la Unión Europea. ¿Pero con cualquiera de las dos velocidades de la Unión Europea o sólo con uno de los dos grupos...? Y la respuesta, my friends, o está en el viento o resulta que vivimos en un mundo tan, tan, tan complejo, que sólo nos es lícita la auto-comparación y resulta que los estudios los carga el diablo.

En este mes de octubre, el Gobierno de Navarra pondrá en marcha la primera fase de un programa único en España que aúna la implementación de la igualdad de género en toda la administración foral y las exigencias de la crisis. Porque el caso es que, según anunció recientemente la consejera de Asuntos Sociales, Familia, Juventud y Deporte, María Isabel García Malo, la puesta en marcha de sistemas de aplicación de igualdad en la administración foral navarra tendrá un carácter transversal, por un lado, pero se realizará sin ampliación de la plantilla, por otro. En octubre, se identificarán aquellos servicios, en los que se van a instalar las primeras Unidades de Igualdad, designando a las personas que se responsabilizarán de ellas, para quienes están previstas una serie de actividades formativas específicas. De aquí, se extraerán las primeras conclusiones, principalmente referidas a la detección de necesidades formativas y a las facultades operativas de estas unidades. Una vez superada esta fase, se pondrá en marcha una experiencia piloto, con una Unidad de Igualdad en un departamento aún por escoger. Esta experiencia piloto determinará las posibilidades y limitaciones operativas de estas herramientas de trabajo por la igualdad. El punto de partida de la experiencia navarra es la transversalidad llevada al máximo, es decir, implicando en el objetivo de igualdad al personal funcionario ya existente, que es, a fin de cuentas, quien tiene que ponerlo en marcha.