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Número 27. Julio de 2011.
                          
 
Editorial

Bajo la tapadera

Como mujeres, Dominique Strauss-Kahn no debería producirnos la menor inquietud. Quizá, tampoco, el menor interés. Su vida, obra y milagros ya están en manos de la opinión pública y sólo es cuestión de esperar sentadas, porque el cadáver de tu enemigo llegará a pasar por delante de tu puerta. Pero lo malo no es DSK, sino el FMI. O sea, la tapadera.

Bajo la tapadera Porque, por mucho que rectifiquen fiscales y acusadores de su proceso por supuesto intento de violación, resulta que Strauss-Kahn sí fue supuestamente un respetable violador, entre el uno de noviembre de 2007 y el diecinueve de mayo de 2011, mientras fue presidente del Fondo Monetario. Incluso antes, también, pero vamos a centrarnos en el FMI, para no caer en la confusión. Un supuesto violador que, allá por donde iba, era recibido con honores de jefe de estado, a expensas de la imagen que le proporcionaba ese banco de las naciones que es el FMI. Pura cobertura para sus supuestas ilustrísimas fechorías.

A partir de lo que ocurrió en el hotel Sofitel de Nueva York, fuese lo que fuese, las iniciales DSK han quedado lo suficientemente enfangadas, como para que nadie medianamente inteligente vuelva a caer en el error de pensar que la valía de los excelentísimos cargos públicos sólo puede medirse por la calidad de sus textos, investigaciones o conferencias sobre la materia que les corresponda. Otra mentira, por cierto, porque, cuando nos movemos a ciertos niveles, no cuenta hasta dónde llegue tu poderío intelectual, sino hasta dónde eres capaz de coordinar un equipo de personas con un cerebro más que aceptable.

No permitas que nadie te haga comulgar con la rueda de molino de que las entidades u organismos internacionales encargados de que el mundo continúe girando en el sentido supuestamente correcto eligen a sus altos cargos, de acuerdo con un estricto criterio técnico. Hazles una pedorreta. Ha tenido que ocurrir lo que ha ocurrido con Strauss-Kahn, para saber que todo el mundo a su alrededor supuestamente sabía de su tendencia al asalto sexual, a nada menos que el asalto sexual, desde mucho antes de lo que ocurrió en el hotel Sofitel neoyorquino. Al parecer, lo suyo era vox populi, entre las dignidades y autoridades más importantes del mundo. Eso, de confirmarse, se llamaría encubrimiento.

Si, ahora, vamos y soltamos aquello de “pero a dónde vamos a parar”, sólo haremos el ridículo de no repasar la historia. Porque así han actuado, desde que el mundo es mundo, las más altas dignidades (y lo que te rondaré...). Lo que debe inquietarnos es la clase de monstruos a quienes pueden ocultar y ocultan las siglas más respetables. Cualquiera de ellas. Incluso las de quienes se llenan la boca de “pueblo”. El presidente de Nicaragua, Daniel Ortega Saavedra, violó (y no son suposiciones) durante más de veinte años, a su hijastra, Zoilamérica Narváez. No miréis la Biblia con lupa, porque puede que no se salve ni dios.

 

 
Dicen los periódicos

 

Dicen los periódicos...

...que no es una cuestión de manías personales, sino de aplicación de la estadística, eso de señalar siempre hacia La Meca y su área de influencia, cada vez que alguien denuncia una nueva agresión contra la igualdad entre los géneros. O, como en el caso de la fotografía, simplemente contra el género femenino, allí donde pretenda esconderse. Foto Stefano De Luigi-VII NetworkEn esta ocasión se trata, como había usted imaginado (o, por lo menos, se había quedado cerca), de Irán, un país que persevera en una profundización casi obsesiva, dentro de la enriquecedora tradición cultural de la castidad. Hay, en Irán, una rama-versión-apéndice de la policía, dedicada exclusivamente al mantenimiento de los siempre intransigentes principios religiosos islamistas. Para aproximarnos a un concepto tan alejado de cualquier criterio que tenga que ver con lo contemporáneo, baste recordar que, en determinado momento de la historia de nuestro país, se creó una Brigada Político-Social, bien dotada y con un número más que suficiente de agentes, dedicada básicamente a lo mismo, porque, a fin de cuentas, cualquier religión no es otra cosa que un manual ético de comportamiento. Pregunte usted a sus abuelos, que ya le contarán y podrá así comprobar que esa policía iraní es lo mismo, sólo que con una capacidad represiva que ya hubiera querido para sí su antecedente franquista. Pues bien, al vendedor de la fotografía, le obligaron a cercenar los senos de sus maniquíes, de manera que aparezcan convenientemente asexuados (la cabeza, por cierto, ya viene cercenada de fábrica, porque, allí y solamente allí, se tiene mucho cuidado con la capacidad de excitación sexual que pueden provocar los eróticos rasgos de la cara de un maniquí hembra). Así que al buen hombre le obligaron a tan atroz mastectomía doble, en cada uno de sus maniquíes. Curiosidades de la vida, y como para ver las diferencias de interpretación que una misma gilipollez tiene en cada ámbito social, convendría reflexionar acerca de cómo algo es un ejemplo de represión extrema, en una determinada sociedad, pero, aplicado a David Delfín, es lo último de lo último de lo más chic de lo más “in”, te lo juro por Snoopy. ¡Ah! David Delfín también cobra por hacer ese tipo de cosas, como la salvífica policía iraní.

   

También dice la prensa que una de las peores cosas que nos pasan en España es que somos, pero no somos, y estamos, pero tampoco estamos. Es lo que tiene eso de ser ni fu ni fa. Conviene explicarse. Según la iniciativa “Una vida mejor”, de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), sólo las mujeres portuguesas están en peor posición que las españolas, en la valoración del empleo femenino. El proyecto “Una vida mejor” pretende medir, dicen que es posible, el bienestar y el progreso, y, para ello, utiliza once variables, como ingresos, vivienda, salud o nivel de formación, además de otras tan evanescentes como “comunidad”, “gobierno”, “medio ambiente” o “equilibrio entre lo laboral y la vida”. Es decir, que, en muchos casos, estamos hablando de lo místico intangible, porque, más allá de las respuestas que se puedan dar, interesaría ver qué extraños procesos cerebrales se han producido en aquellas personas a quienes les han pedido que valoren algo tan indefinido como “comunidad” o, más todavía, “equilibrio entre lo laboral y la vida” y han conseguido hacerlo. Mujeres trabadorasY en esto último, aunque utilizasen fórmulas más directas, como “hágame usted el favor de evaluar hasta qué punto la conciliación entre su vida laboral y su vida personal ha mejorado su bienestar y/o progreso”, aunque lo expresasen así, a ver quién es la lista o el listo que saben qué responder, en, por ejemplo, una escala entre el 0 y el 10. Si digo que, al concepto “Comunidad” lo puntúo con un 3, ¿qué estoy diciendo? Y si mido la “satisfacción de la vida” (otro de los conceptos utilizados) con un 6, ¿me estaré dejando llevar por el chiste que me han contado, unos minutos antes...?, ¿y si me pillas, ese día que me han puesto una multa? De ahí, que el dato sobre la posición de nuestro país en cuanto a empleo femenino se refiere, a partir de esas valoraciones, sea bastante más el divertido resultado de cruzar variables materiales con diversos constructos de lo fantasmagórico y espectral que algo que merezca la pena. Así y todo, es verdad que el empleo femenino en nuestro país está mal, pese a que, desde 1995, haya mejorado nada menos que un 21 por ciento. Pero, para saber esto, no hacía falta recurrir al test de Rochard. Sí, claro que está mal, porque debería estar mejor, que nos lo merecemos todo... Y es que, retomando el hilo donde lo habíamos dejado, resulta que, por un lado, somos un país con una cierta fortaleza ante la crisis, superior a Irlanda y Grecia, tenemos incluso un cierto músculo industrial; pero, al tiempo, ostentamos unos récords de paro propios de una sociedad genuinamente subdesarrollada. O sea, que, lo dicho, no somos ni fu ni fa. Y aún lo seremos menos, mientras la OCDE utilice, como varas de medir, variables como la “satisfacción de vida”, por ejemplo y sin ir más lejos, que, para responderlas, hay que superar un doctorado en Filosofía Pura. En todo caso, ¿hacía falta hacer esta investigación para saber que las mujeres españolas estamos por debajo de eso que la OCDE, o el sentido común, entiende por bienestar y progreso?

   

Y si trascendemos a un ámbito de interés más concreto, la cosa tampoco está como para echar las campanas al vuelo. Cada año, el Proyecto GEM (Global Entrepreneurship Monitor, creado por London Business School y Babson college) emite su informe internacional sobre el estado de la cuestión, en materia de creación de empresas. Eso que llaman emprendimiento. Un informe que, en 2010, recogió datos de 59 países de todo el mundo, con división por sexos incluida. Cara a nuestro país, sólo un 36,4 por ciento de las personas con iniciativa emprendedora fueron mujeres. Así está el asunto. Todavía nos falta un buen salto para llegar a la paridad. Un asunto en el que, debemos reconocerlo, a estas alturas del siglo, tenemos una cierta responsabilidad. Y así, el perfil medio en esto del emprendimiento empresarial español es el de un hombre de 36 años de edad, con estudios superiores, que se ha buscado la formación específica para lanzar su proyecto empresarial y tiene un alto nivel de renta. Ahora bien, éste último factor va a resultar esclarecedor y va a explicar la disparidad de género, en la medida en que, como media, en 2010, la inversión utilizada para poner en marcha un proyecto empresarial ascendió a 210.195 euros. Informe GEMO sea, casi 35 millones de las antiguas pesetas. Cómo no iba a ser esto esclarecedor, si lo normal es que estos emprendedores hayan tenido que recurrir a la financiación externa y, tal y como está el panorama, ya desde el año pasado, los bancos y las cajas de ahorros se lo pensaban mucho para conceder créditos. De manera que, para aflojar la bolsa, las entidades financieras precisaban muchos avales. Pensando, pensando..., se nos ocurre que, en líneas generales, el emprendimiento empresarial en España no es otra cosa que “empresas que crean nuevas empresas”, con el loable objetivo de que el nuevo negocio se sitúe, en las mismas líneas generales, al servicio del anterior. Eso, insistimos, en líneas generales. Además, esta inversión de arranque creció, el año pasado, respecto de 2009, nada menos que en 100.000 euros. Así que, si, en el mismo periodo, se incrementó el paro hasta el nivel que tiene hoy en día, pocas personas paradas se habrán metido a emprender, a la vista de la elevada suma necesaria. Y dado el caso de que el número de empresarias es inferior al de empresarios, ecco el busilis o intríngulis.

 

 

 
Interesa

 

Pilar González de Frutos, presidenta de Unespa y única mujer en la junta directiva de CEOE


 

Pilar González de Frutos“El techo de cristal también existe para los hombres, pero ellos sencillamente lo rompen”

 


Para la vicepresidenta de CEOE, los criterios del empresariado siempre se han basado en buscar y retener el talento

 

Es más importante el mundo que las pequeñas parcelas en las que se divide. Ésa es la idea que parece deducirse de las palabras de la presidenta del sector español del seguro, cuando dice que “nadie regala nada y todo hay que ganárselo”. Al fin y al cabo, destaca, las diferencias entre mujeres y hombres estaban en la formación “y se han corregido”. Porque, al menos en las sociedades desarrolladas, “hombres y mujeres terminan su formación, en igualdad de oportunidades” . Después, hay que trabajar. Y que tengas que esperar 15 o 20 años para que reconozcan tu valía es algo ajeno al sexo: es, simplemente, lo que aquí les toca a hombres y mujeres. Pilar González de Frutos destila realismo, a través de la crudeza. O sea, que victimismos, los justos.

Pilar González de FrutosSu reelección como presidenta de la Asociación Empresarial del Seguro (Unespa), hasta el año 2015, sigue siendo noticia, precisamente porque usted es mujer. Y eso, a pesar de que ya era presidenta, desde 2003. ¿Somos el último lugar de Occidente, donde este asunto sigue planteándose como un hecho extraño?

La verdad es que no creo que llame la atención. Llevo toda mi vida en el mundo del seguro y, aunque le parezca extraño, siempre me he sentido tratada por igual. Lo que sí fue llamativa fue la decisión de las aseguradoras, en 2003, de sustituir la presidencia representativa de Unespa por una presidencia profesional. Pero no porque fuera yo u otra persona, sino porque supuso una anticipación notable a lo que, después, han ido haciendo las diferentes asociaciones sectoriales.

Después de tantos años presidiendo una asociación empresarial de la talla de Unespa y siendo la única mujer en la junta directiva de la CEOE, ¿se siente ajena a los obstáculos que tienen que superar habitualmente las mujeres, para acceder a cargos de responsabilidad, el denominado "techo de cristal"?

La diferencia estaba en la formación, y ésta se ha corregido. Hoy, hombres y mujeres terminan su formación, en igualdad de oportunidades. Lo que viene después no es novedad: trabajar y trabajar mucho para que, dentro de 15 o 20 años, algunas personas puedan llegar a puestos directivos. El “techo de cristal” también existe para los hombres, pero ellos, a diferencia de lo que hacemos las mujeres, sencillamente lo rompen y continúan ascendiendo. Algunas de nosotras, en vez de ver el techo, lo que hicimos, hace tiempo, fue romperlo con la naturalidad con la que una se enfrenta a las dificultades. Nadie regala nada y todo hay que ganárselo.

 

Esperando su turno

 

Puede que Unespa esté "vacunada" contra ese tipo de hándicaps, ¿pero no cree que, a ese respecto, la empresa española en general se parece muy poco a la europea? ¿Cuáles son los criterios del sector español del seguro en esta materia?

Los criterios del empresariado son siempre los mismos: buscar y retener el talento. El sexo no es relevante. En Unespa, los dos primeros ejecutivos somos mujeres y los dos segundos son hombres, y el resto de la plantilla es 51 a 49, o al revés, en función de las incorporaciones o salidas que se van produciendo. Pero lo relevante es que esto no es relevante en Unespa. Sólo hacemos estas “cuentas”, cuando un periodista nos lo pregunta. En el seguro, la paridad es total para el conjunto de la plantilla, 50,75 por ciento hombres y 49,25 por ciento mujeres, en el último año. Es verdad que, cuando se miden puestos directivos, este ratio no se conserva, pero no es tanto por criterios o no de igualdad, como por el hecho innegable de que quienes hoy son líderes, hace 20 o 25 años, cuando empezaban sus carreras profesionales, eran mayoritariamente hombres. Estoy convencida de que las mujeres que se han ido incorporando masivamente al sector acabarán ocupando los puestos de liderazgo que se merecen.

En un mundo donde el trabajo profesional es muy absorbente, ¿la conciliación de la vida laboral con la vida personal puede ser una solución o un freno para el desarrollo? ¿Es compatible la familia con el éxito profesional?

Pilar González de FrutosSí y no, depende. Hay trabajos más penosos o con jornadas muy extensas que hacen muy difícil la conciliación. Hay otros que no. Probablemente, el techo de cristal al que se refería usted antes va más por aquí que por las cuestiones de igualdad. España es en esto muy mal ejemplo. Jornadas de día completo, para hacer un trabajo que se podía organizar sólo en turno de mañana o, como mucho, hasta primera hora de la tarde. Almuerzos de dos horas y llegada al trabajo más tarde las 8 u 8:30 de la mañana no son compatibles con la conciliación, pero no sólo para mujeres, sino para todo el mundo.

 

Bueno o malo

 

Según su propia y personal experiencia, ¿cree que hay una manera especial de dirección de organizaciones típicamente femenina? ¿En qué se diferenciaría de la masculina?

Otro mito. Derribar los mitos también ayuda a conseguir esa supuesta igualdad. Lo que hay son buenos jefes y buenas jefas. Jefes y jefas con mejor o peor capacidad de análisis, de anticipación de gestionar equipos, de tomar decisiones…

No hay un estilo masculino de gestión, luego no puede haber un estilo femenino. Llamamos masculino al de los hombres, porque son los hombres los que tradicionalmente se han ocupado de la dirección y a esto queremos oponerle un estilo femenino que no se sabe muy bien cómo es. Si hay que decir que la mujer tiene más sensibilidad y más capacidad de gestión, porque tiene experiencia en el control de costes familiares y cosas parecidas, yo por lo menos, no lo comparto.

¿Hasta qué punto la existencia de países en los que la participación de la mujer en la sociedad es similar a la que había en la Edad Media puede retrasar la marcha del resto? ¿Cómo cree que afectarán las revueltas que se están produciendo en el norte de África a la consideración de las mujeres en esos países?

Una cosa es hablar de igualdad y otra muy distinta de falta de libertades. El lastre de estos países lo sufren, sobre todo, las mujeres de estos países. El mundo es muy global, pero, en las sociedades avanzadas, con independencia de nuestra solidaridad y repulsa, el día a día social lo marca tu entorno, las personas con las que convives. Espero que las mujeres y la infancia y los hombres de cualquier lugar del mundo donde sufren y donde tienen falta de derechos y de libertad acaben encontrando su camino y recuperando su libertad para tomar decisiones.

 

 

 
Es curioso

 

Realmente, continúa siendo muy curioso que un recurso tan interesado y crematístico como la publicidad sirva de aviso a caminantes, en esto de la larga y sinuosa marcha hacia la igualdad para mujeres y hombres. Ahora, resulta que los hombres acaparan buena parte de las decisiones de consumo, en las que, hasta ahora, reinaban las mujeres, en el mundo más desarrollado. Y la verdad es que resulta difícil pronunciarse sobre si estos cambios que detectan las agencias publicitarias son buenos o malos. Realmente, son y ya está. Y si fue buena para el devenir del planeta la entrada más o menos masiva de las mujeres en el mundo del trabajo y la rotura de los techos de cristal en la que andamos, también lo será la inversión de los roles de los géneros en las tendencias del consumo. Según un estudio de la agencia estadounidense Jacobs Media, uno de los líderes en el análisis del mercado radiofónico en su país (de manera que se dedica a señalar dónde dirigir la mejor inversión publicitaria), el “Homo comprador” está desplazando a empujones al varón consumidor medio común y corriente, ajustado al modelo de consumo “aquí me las den todas y que vaya mi mujer”. Hombres de comprasUn hombre, éste último, cuyas decisiones en el gasto del hogar se concentraban en el rombo “Automóvil, Vino y espirituosos, Aficiones personales y Revisión Crítica sobre las decisiones de su señora”. Y eso, no sólo en EEUU, porque también aquí se cocinan esas habas (puede que aquí incluso más). El caso es que el nuevo modelo de consumidor masculino ha roto con tan varonil polígono, para entrar en un ámbito, hasta el momento considerado tan cursi como hacer calceta. Es decir, que mujeres y hombres ya han alcanzado un estatus de igualdad, en adquisiciones relacionadas con artículos deportivos, artículos para el hogar, seguros, electrodomésticos y decoración, entre otros. Y lo que resulta ya muy significativo es que se detecta un creciente número de casos de hombres de pelo en pecho que comienzan a usar cupones de descuento. Se trata de una tendencia, ésta de los cupones y las tarjetas de fidelización, que, de momento, sólo se produce abiertamente en EEUU. En España, su aún escasa utilización no es “abierta”, sino que va siempre precedida de la coletilla “me ha dado mi mujer esto para un descuento que no sé cómo funciona”. Pero dejando de lado todo lo que la noticia tiene de caricaturizable, estos cambios de tendencia en consumo vienen a explicar un contagio entre sexos, demostrando que, nos pongamos como nos pongamos, las tendencias sociales, primero, comienzan a atisbarse por el resquicio más pequeño y terminan afectando por igual a todo el mundo, por mucho que les disguste a los últimos rancios resistentes. De algún modo, parece que los hombres también empiezan a romper una especie de campana de cristal que les condenaba al futbolerismo, la partida de mus y el coche, entendido éste último como la mejor y más amplia muestra de las maravillas tecnológicas directamente producidas por la testosterona. Y ve tomando nota de cómo el perverso consumo, mano armada del avieso mercado, puede abrirnos la puerta hacia un mundo más igualitario.

 

Porque el caso es que éste en el que vivimos, menos mundo igualitario, es cualquier cosa. No hablamos del mundo en general, sino de nuestro pequeño mundo de nuestro pequeño país. El otro, ése que está más allá de nuestras fronteras, experimenta mejoras, cuyas manifestaciones externas se muestran, más que por los logros conseguidos, por los grandes pequeños detalles. Y así, ni siquiera en EEUU podían haber imaginado, hace no muchos años, que consultoras tan potentes como McKinsey & Co dedicaran su caro y precioso tiempo a la investigación de la situación de la mujer en las mayores corporaciones empresariales y financieras del mundo. Primer pequeño gran detalle. Sí, sí, ya, ya..., que es un mundo que nos pilla muy lejos; que, aquí, la mayoría de las mujeres emprendedoras estamos muy preocupadas por que consideren los panes de nuestra panadería tan dignos como los de cualquier panadero varón. Sí, sí, pero hemos quedado en que ahora le tocaba el turno al mundo verdaderamente evolucionado, a ver si, mirando por un agujerito, somos capaces de pensar en términos más ambiciosos. Y es que McKinsey ha analizado la evolución de aquellas mujeres que consiguen romper el primer techo de cristal que les ha permitido acceder a los mandos intermedios de cualquiera de las empresas y corporaciones industriales que acceden a la lista Fortune 500. Mujeres EjecutivasUna vez salvado ese nivel profesional/laboral, se han encontrado con que, ante los nuevos logros, surgen nuevas necesidades, nuevas inquietudes y nuevos desequilibrios. Ése es el segundo pequeño gran detalle, porque acceder a ese nivel, además de librar una batalla, cuyos detalles, por ya conocidos, no vamos a tocar, supone tener que enfrentarse a otros nuevos y no imaginados techos de cristal. Más tensión añadida y, en lógica consecuencia, más desmotivación. Hace años, ni en EEUU se imaginaban que esos nuevos hándicaps del desencanto serían cosa de mujeres, en tan poco tiempo. El resultado, en todo caso, es que, según la consultora, el 36 por ciento de las mujeres en esa situación, que se encuentran entre los 45 y 54 años de edad, ya ha desistido de seguir luchando por su progreso profesional. Se han quedado ahí. En el caso de sus compañeros masculinos, sólo el 22 por ciento tira la toalla. La gente de McKinsey recomienda facilitar la igualdad en las más altas jerarquías de las más grandes corporaciones estadounidenses, porque, de la misma manera que éstas han mejorado sus posiciones en el mercado, gracias a la incorporación de mujeres en el escalafón intermedio, sostiene que también ocurrirá lo mismo, abriendo las puertas del consejo al talento femenino. ¡Y bueno, bueno! ¡Quién iba a decir, hace unos años, que íbamos a leer estas cosas! Pero todo lo bueno comienza por enterarse de que hay otros mundos reales mucho más avanzados. Y es que, cuando por esos mismos mundos tan desarrollados comenzaban a luchar por el tema del techo de cristal, aquí todavía seguíamos reclamando que “nos echaran una mano” con el fregado. Ahora, que ya hemos pasado al nivel de ser dueñas de nuestro pequeño negocio (y que dure), será igual de bueno saber que otras mujeres siguen preparándonos el camino.

 

 

 
Interesa

 

María José Mainar, presidenta de Asociación de Empresarias y Profesionales de Valencia (EVAP)


 

María José Mainar“Sorprende ver que en Alemania, Austria o Reino Unido la brecha salarial es mayor que en España”

 


Las mujeres empresarias deben volcarse en la creación de sus propios lobbies de presión, locales e internacionales

 

Hay dos apuestas de futuro sobre las que apoya su trabajo la presidenta de la Asociación de Empresarias y Profesionales de Valencia, una entidad estrechamente vinculada a la organización internacional Business and Professional Women (BPW), con la que comparte sus objetivos. La primera es que las mujeres no pueden tragar con la rueda de molino de que es suficiente con haber construido una sociedad con leyes que nos igualan sobre el papel. Y la segunda es que, a fecha de hoy, las mujeres empresarias y profesionales tampoco pueden permitirse el lujo de ser localistas. En octubre del año pasado, Evap-BPW organizó el II Congreso Internacional de Mujeres en el Mundo, al que acudieron directivas y empresarias de diversos países, donde se hizo profesión de fe de esa “otra forma” de entender el mundo que implica el liderazgo femenino, allí donde se da. “No se puede desperdiciar el 51 por ciento del talento y, menos aún, en una situación económica tan difícil como la que estamos atravesando”, subraya María José Mainar.

 

¿Para que una mujer sea empresaria en España, debe crear ella misma su propia empresa? 

No necesariamente, puede crearla con otros socios, hombres o mujeres, o incorporarse a una empresa ya creada, mediante la compra de acciones. Las mujeres emprendedoras tenemos las mismas oportunidades que los hombres emprendedores. Ello no quita que tengamos que demostrar más, por el hecho de ser mujer. Podemos llegar donde nos lo propongamos, pero, eso sí, con más esfuerzo.

María José Mainar"Liderando el Milenio " fue la clave de bóveda del II Congreso Internacional de Mujeres en el Mundo que EVAP organizó, en octubre del año pasado. De los mil años que durará el milenio, ¿cuántos necesitarán las mujeres para alcanzar el liderazgo? ¿Cuándo podrán atisbarse signos de cambio?

Dependerá de lo que nos comprometamos las mujeres y toda la sociedad con este reto. Hay que promover acciones que sensibilicen y consigan comprometer a nuestro colectivo en particular y a toda la sociedad en general. No se puede desperdiciar el 51 por ciento del talento y, menos aún, en una situación económica tan difícil como la que estamos atravesando. En estos momentos es cuando más hay que abogar por la rentabilidad del género. Las mujeres aportamos “otra forma” (que fue el lema del congreso) de liderar, de hacer, de actuar, de cuidar el planeta…, que no debemos ni podemos ignorar. De ahí la necesidad de eventos como el congreso “Mujeres en el Mundo liderando el Milenio” que nos ayuden a defender nuestro derecho a la igualdad de oportunidades y a poner de manifiesto la rentabilidad de género.

Lobbies, como estrategia

 

María José MainarAl menos en EEUU, los "lobbies" empresariales son enormemente efectivos. ¿Son igualmente efectivas las mujeres empresarias españolas, para constituir estructuras de apoyo de esta naturaleza?

En Evap/BPW, es uno de nuestros objetivos prioritarios el actuar como lobby de presión y, para ello, trabajamos conjuntamente con la Federación Española de Empresarias y Profesionales y con la Federación Internacional BPWI, cuyo lema para 2011-2013 es “Empowered Women Leading Business”. Es imprescindible que, en un mundo tan global, las actuaciones como lobby de las mujeres tengan también repercusión global, no sólo local. Hay que mirar al resto del mundo y buscar sinergias, apoyos y mentorización mutua. 

Siempre se plantea el modelo del norte de Europa, como objetivo de igualdad para mujeres y hombres. ¿Cree que es un modelo aplicable a los países del sur, habida cuenta de que somos diferentes en todo?

Por supuesto, pero con salvedades, adaptándolo a nuestra realidad. Pero es importantísimo tener referentes, ver que se consiguen las metas, que se puede avanzar más rápido y que nuestras acciones son imprescindibles para ello. Las españolas somos referentes para muchos países de habla hispana y para la mayoría de África y muchos de Asia y, a la vez, otros países son referentes para nosotras. Hemos de aprender, incorporar lo mejor de cada cual y saber desestimar lo que no es aplicable, en nuestro caso concreto. A nivel mundial, sorprende ver las diferentes necesidades que tenemos en materia de igualdad las mujeres y, a la vez, lo similares que son.

 

Otra forma de dirigir

 

Según su propia experiencia, ¿cree que hay una manera especial de dirección de empresas típicamente femenina? ¿En qué se diferenciaría de la masculina?

En efecto. Las mujeres lideramos de forma diferente a los hombres, tenemos “otra forma” de dirigir, más en equipo, más de consenso, trabajando desde la meritocracia y no desde la autocracia. Justamente esta otra forma de dirigir es la que está dando resultados, la que se está viendo que, aplicada a la economía y a las empresas, está funcionando. Te remito a las conclusiones del II Congreso Mujeres en el Mundo Liderando el Milenio” de octubre 2010.

“A igual trabajo, desigual salario”. ¿España es el último lugar de Occidente, en el que este asunto sigue siendo noticia?

Desde luego que no, ni mucho menos somos el país con más brecha salarial entre hombres y mujeres. En Europa, sorprende ver que países como Alemania, Austria o Reino Unido tienen una brecha salarial mayor que nosotros; esto se debe a que, en los países en que las mujeres acceden a puestos de responsabilidad en mayor medida, la brecha salarial se abre más. Es y sigue siendo noticia la brecha salarial en todo el mundo. Desde nuestra organización, celebramos, en todo el mundo y en cada una de las ciudades, el Equal Pay Day, para poner de manifiesto esta discriminación y sensibilizar a la sociedad.

 

 

 
"El hervidero neuronal de la Pura"

"El hervidero neuronal de la Pura"
Consultorio que lo es

   

Querida Pura: Soy cajera de Mercadona. Y te envío esta consulta, porque tienes un consultorio y yo realmente no sé si esto que me ha pasado es bueno, malo, regular o debería resultarme herméticamente hidráulico, que no sé si me entiendes lo que te quiero decir. El caso es que nunca me he maquillado y ahora resulta que la empresa me obliga a maquillarme. Como lo lees, Pura, resulta que, en Mercadona, es obligatorio que nos maquillemos. Menos mal que la encargada nos ha dado unos consejitos para pintarnos bien, hija, que si no...

Marique Mequeo Toacortá. Remeneo del Porquero Chico.

 

Marique: Que me “queo” como tú, pobrecita mía. Que me quedo de un aire, porque, además, Mercadona también ha prohibido los pelos largos, los tatuajes y los piercings de esos en los hombres. ¡Anda, hija, que digo yo que una cosa es que una tenga que ir limpia, que eso ni se discute, por favor, y otra que tengas que ir maquillada, porque se les pone en sus santísimas narices! Y también tiene muchas narices que eso venga precisamente de una empresa que ha sido premiada por su política a favor de la igualdad y la conciliación en su plantilla, en varias ocasiones. Que me hago de cruces, Marique, que yo soy mucho de ir al supermercado y que la gente que hacemos la compra todos los días no comentamos nada de cómo tienen que venir las cajeras y los cajeros. Y que, por cierto, cada día veo más hombres haciendo la compra y que tampoco se andan quejando de si las cajeras no van maquilladas o si los chicos que trabajan por allí son melenudos y con ganchos, o no. Hija, no sé, cuando es algo exagerado, podemos comentar..., pues eso, que es exagerado. Pero enseguida nos fijamos en su limpieza personal o la de su uniforme, o si te atienden correctamente, que es lo que cuenta. Yo no sé si estas actitudes tienen que ver con la crisis, pero el caso es que, por lo que me ha dicho mi nieta, la Yoana, que trabaja en un banco, Mercadona ha salido ganando mucho dinero, el año pasado, y ha creado mil quinientos puestos de trabajo. Así que yo me explico estas cosas tanto como tú. O sea, nada. Deberíais quejaros a los sindicatos, que para eso están. ¡No es por nada, eh!

 

 

Querida Pura: No sé si te lo han dicho alguna vez. Pero igual lo que te pasa es que te has quedado un poquito atrasada, digo yo. Que yo no digo que no haya chicas que estén discriminadas y así, en el trabajo. Claro que las hay, porque siempre ha habido de todo. Pero que, digo yo, que, con tantos organismos como dicen que hay dedicados a estas cosas de la igualdad, las cosas ya no tienen que ser lo mismo. Hombre, no sé, en alguno de esos países poco desarrollados, puede...; pero, aquí, hija mía... Que me parece una exageración eso de quejarse sin parar. Ponte un frenito, guapa

Cochifina Delaco Laelpán. Paveros de Corvejón.

 

Cochifina: Esta vez, igual te arreo, pero con toda la mano abierta. Porque, además, la gentuza como tú ofende. Y eso es lo que me subleva. Porque, mira, puedes pensar y decir lo que te dé la real gana. Pero, ya, lo de ir ofendiendo, no te lo pienso tolerar. Vamos a ver si te aclaro un par de cositas, antes de pasar a amenazarte en toda regla. Porque sólo te voy a dar el ultimísimo dato disponible. Nada menos que la Organización Internacional del Trabajo, en su “Informe Global sobre la Igualdad en el Trabajo 2011”, que se llama así y resulta que es de este año, dice que (atiende bien, mema) “las mujeres ganan en promedio entre el 70 y el 90 por ciento menos de lo que ganan los hombres”. ¿Te enteras, “me-parece-una-exageración-eso-de-quejarse-sin-parar”, burra, que eres una burra? ¡Pues, sí! Y para que veas que se trata de un trabajo objetivo, el informe reconoce que las diferentes legislaciones de todos los países sí han avanzado, y no poco, en la aprobación de normas contra la discriminación. Pero eso no quita para que todavía la Organización Internacional del Trabajo (que, para que te enteres, se preocupa generalmente de lo que pasa en nuestro mundo, mucho más que “en-alguno-de-esos-países-poco-desarrollados”) diga lo que hay, cuando lo hay, si es que lo hay. Se lo puedes preguntar, si sabes cómo, a su director general, Juan Somavia, que acaba de decir que “los tiempos económicos difíciles son un semillero para la discriminación en el lugar de trabajo y en la sociedad en general. Esto pone en riesgo los logros alcanzados durante varias décadas”. ¡Tela, cochifrita, como dice mi nieta! Y es que cómo sois las que seguís siendo lo que ya erais, desde hace tantos años. Y si no me entiendes, es porque, además, sigues siendo la más tonta. Pero, te lo advierto, Cochifina, has saltado al primer puesto de mi lista de las que se la tengo más que jurada. Y estoy hablando de agresiones físicas, no te digo más.

 

 

Interesa

 

Gloria Juste, presidenta de la Fundación Mujer, Familia y Trabajo


 

Gloria Juste“El progreso de la mujer no pasa por enfrentarse al hombre, y viceversa”

 


Mujer, Familia y Trabajo sostiene que la conciliación no es un coste, sino un valor para la empresa, porque “conciliar no significa trabajar menos , sino tener un plan para optimizar recursos”, asegura su presidenta

 

 

Igualdad, estrategia para el empleo y apoyo a la familia sólo pueden sostenerse sobre dos factores clave: flexibilidad y humanización. A partir de ahí, el resto vendría prácticamente dado. Esta idea es el punto de partida del proyecto general de la fundación “Mujer, Familia y Trabajo”, una entidad que cumple ahora diez años y que, a finales del pasado mes de junio, recibió el premio Alares, por su esfuerzo en la promoción y defensa de la conciliación de la vida personal y la vida laboral. Según su presidenta, Gloria Juste, la conciliación no será un éxito, hasta que toda la sociedad practique un ejercicio de sinceridad. Porque “ hace falta que cale la cultura de la conciliación, para que las leyes se ejecuten, se sancionen los incumplimientos y se empiecen a exigir los derechos”, reivindica. Y es que hay números que asustan. “En 2006, trabajamos casi 1.800 horas, 200 horas por encima del resto de Europa. Y sin embargo, nuestra tasa de productividad es la tercera por la cola”. Según Juste, conciliar es una de las mejores respuestas al reto que plantea la crisis.

 

Gloria Juste¿El tema de la conciliación de la vida personal y la vida laboral da como para crear una fundación?

Sí y a la vista está. La fundación nació hace ya diez años. Nos reunimos un grupo de profesionales preocupados por la dificultad que existía en nuestro país para poder compaginar la vida familiar con una trayectoria profesional, y todos los daños colaterales que estaban apareciendo: rupturas familiares, soledad de niños y niñas y personas mayores, problemas de salud y estrés, baja productividad en las empresas... Partiendo de esta realidad, nuestro objetivo es la humanización de la sociedad, centrarnos en valores como la conciliación de la vida personal, familiar y profesional, la igualdad de oportunidades para todos, en definitiva, situar a la persona como prioridad y centro de todo.

¿La conciliación es un problema sólo de mujeres empresarias?

Creo que, siendo realistas, la conciliación es, todavía hoy, un objetivo complicado para todo el mundo, pero especialmente para las mujeres. España ha incrementado el numero de mujeres que abandonan su profesión por razones familiares, pasando de un 3,3 por ciento a un 5,4 por ciento. Y por otro lado, en España, el 22 por ciento de las mujeres que trabajan son autónomas, tres veces más que la media europea. Y eso podría significar que somos más emprendedoras (que es posible...), pero también que trabajar por cuenta ajena en nuestro país es muy complicado. Las condiciones laborales son tan rígidas e inflexibles, que muchas mujeres optan por intentar salir adelante con la independencia y flexibilidad que te da el iniciar un proyecto empresarial de forma independiente. La mujer ya está incorporada al mercado laboral, eso es un hecho, y ahora, el reto que nos queda pendiente es que lo haga con las mismas oportunidades que los hombres y, además, permitiendo que tanto nosotras como ellos podamos disfrutar del tiempo personal y familiar, a la vez que potenciamos nuestro desarrollo profesional. Que podamos conciliar y vivir en equilibrio.

 

El reto exige creatividad

 

Diez años después de que Mujer, Familia y Trabajo iniciase su andadura, la crisis se ha hecho dueña de toda la actividad económica y empresarial española, generando mayores dificultades para todas aquellas mujeres que cotidianamente hacen frente al techo de cristal, dentro de la empresa. ¿Cómo encara la fundación esta situación, cuáles son sus proyectos más inmediatos?

La crisis nos da una oportunidad, o más claramente, nos obliga a poner más imaginación. El reto es crear e idear medidas que no supongan una gran inversión económica. Es el momento perfecto para invertir en flexibilidad y seguir apostando por las personas, que, al fin y al cabo, son nuestros mejores recursos y, sin ellas, no sería posible la empresa. Sin embargo, los datos son preocupantes. Por ejemplo, la tasa de actividad emprendedora de la mujer está cayendo, desde que comenzó la crisis, y bajó un 6 por ciento, en 2008, y un 3,9 por ciento, en 2009. La tasa de desempleo femenino, en el último año, se ha incrementado en cuatro puntos, situándose, en la actualidad, en el 19,07 por ciento. Y todo, teniendo en cuenta que las mujeres tenemos más estudios superiores. Es así en un 56,9 por ciento. No nos podemos permitir retroceder en materia de conciliación, de flexibilidad y de igualdad. Lejos de ayudar a vencer la crisis, la agravaríamos. Y es que es verdad, no nos confundamos, conciliar no significa trabajar menos , significa tener un plan para optimizar recursos y eso es lo que actualmente necesitamos. La conciliación de la vida personal y profesional es casi un acto heroico de cada día. Somos conscientes de que hay que apostar por nuevos modelos de trabajo que eviten la rigidez actual y piensen más en las personas y sus entornos como su mejor activo. Estamos hablando de una inversión con retorno , de empresas que son más humanas y, además, más sostenibles.

¿Cómo está el panorama de la conciliación en nuestro país? ¿No cree que se trate de un recurso sólo accesible a la función pública?

Armonizar flexibilidad y rentabilidad es la clave para animar a otras empresas e instituciones a que se suban al carro de la conciliación. Esa es la clave y se está demostrando con números, como el 53 por ciento menos de absentismo, un 62 por ciento de reducción de ansiedad o depresión o un 90 por ciento de aumento de productividad y compromiso de los empleados. El mayor reto es convencer a todos de que la conciliación es un derecho y una necesidad. Que debemos trabajar por conseguirlo, porque su falta de aplicación es la causa colateral de otros muchos problemas y porque no es un coste, sino un valor para la propia persona, pero, sobre todo, para la empresa. Ante este panorama complicado, quiero ser positiva y optimista. Me consta que se ha avanzado mucho. Hace diez años, no se hablaba de estos temas, nadie sabía lo que significaba el verbo conciliar. Hoy por hoy, está sobradamente demostrado que es un derecho y un deber, que ayuda a mejorar la productividad de las empresas, que buena falta nos hace en España, y que nuestras propias familias necesitaban más apoyos y tiempo. Y desde la fundación, vemos, cada día, cómo empresas, instituciones y particulares se unen a este “tren”, conscientes de que es necesario ese cambio de mentalidad y de cultura.

 

Europa en la lejanía

 

Gloria JusteSiempre se plantea el modelo del norte de Europa, como objetivo de igualdad para mujeres y hombres. ¿Cree que es un modelo aplicable a los países del sur, habida cuenta de que somos diferentes en todo?

La realidad de España en materia de conciliación dista mucho de ser la que pretenden las leyes y los planes que en poco tiempo se han venido publicando. Y es que hace falta que cale la cultura de la conciliación, para que las leyes se ejecuten, se sancionen los incumplimientos y se empiecen a exigir los derechos, sin culpabilidad y sin chantajes. En este sentido, nuestra legislación está en un nivel medio-bajo en relación con el resto de Europa y, sin embargo, se resienten otros índices como el de natalidad, en el que se pone de manifiesto que no se tienen hijos, porque no es posible conciliar la vida laboral con el proyecto de tener una familia y educar a los hijos. Por ello, el hecho de la conciliación no es tan “real” y hay que seguir trabajando mucho sobre él. Hay otros datos igualmente alarmantes: En 2006, trabajamos casi 1.800 horas, 200 horas por encima del resto de Europa. Y sin embargo, nuestra tasa de productividad es la tercera por la cola. La mujer española es de las peor pagadas, con una diferencia salarial del 26 por ciento sobre los hombres. Nuestro PIB dedica casi seis puntos menos a protección de la familia que la media europea... Sí; claramente tenemos todavía mucho que aprender de otros países europeos y ojalá seamos reconocidos internacionalmente por estos cambios tan necesarios para todos y no tanto por otro tipo de políticas que sólo afectan a minorías.

Todo eso está muy bien, ¿pero qué medidas se podrían tomar en España, para colocarse a la altura de otros países europeos?

Necesitamos el compromiso de la Administración pública, pues a ella le corresponde financiar este tipo de proyectos, impulsar servicios de apoyo, incentivar a las empresas… Después, están las propias empresas, que deben modificar la cultura empresarial actual, además de adecuar sus horarios. Pero no es sólo una responsabilidad de las empresas y de la Administración pública. Estamos hablando de cambio de mentalidades y de actitudes y, por lo tanto, es fundamental implicar al sector de la educación y de los medios de comunicación. Eso sí, en último lugar, la decisión es sólo de la persona que debe ser capaz de decidir. Y esta crisis nos da una oportunidad para ser más imaginativos. Me refiero a crear medidas que no supongan una gran inversión. Es el momento perfecto para invertir en flexibilidad y seguir apostando por las personas, que, al fin y al cabo, son nuestros mejores recursos y, sin ellas, no sería posible la empresa.

 

Nos lo estamos perdiendo

 

¿Cree que hay una manera especial de dirección de empresas típicamente femenina? ¿En qué se diferenciaría de la masculina?

El precio que ha pagado la mujer para mantenerse en el mercado de trabajo ha sido sucumbir absolutamente a un diseño empresarial que estaba completamente hecho por y para los hombres. ¿Y esto que supone? Que nos estamos perdiendo muchas cualidades propias de las mujeres , que tenemos mucho que aportar. La maternidad te hace crecer como persona, por ejemplo, en las relaciones de trabajo en equipo. La diversidad mejora los resultados, fomenta la creatividad, mejora la comunicación . Las mujeres aportamos diferentes estilos de liderazgo y una especial predisposición hacia la inteligencia emocional, además de una capacidad de trabajo enorme. La clave está en el trabajo en equipo , donde podamos aunar liderazgo, confianza y compromiso mutuo entre hombres y mujeres. Tomar lo mejor de cada uno e ir sumando. Porque la diversidad es la suma. Y nuestra apuesta es el liderazgo integrador, fundamental para el cambio, el cambio que necesitan nuestra familia, nuestras empresas, y en definitiva nuestra sociedad. Y que implica unir las mejores cualidades de los hombres y de las mujeres, porque el 50 por ciento ha quedado fuera de juego. El progreso laboral de la mujer no es una lucha contra el hombre, igual que el progreso familiar del hombre no es una lucha contra la mujer. Vivimos en un mundo mixto y el papel que debemos adoptar, desde luego, no es reivindicativo, sino constructivo. Sólo construiremos, si estamos juntos, es decir, en equipo y con las herramientas complementarias, como la conciliación, que nos llevarán al éxito.

 

 

 
 
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