POR LA BOCA MUERE EL PEZ Contra el execrable abuso de la lingüística abominable en Orientación Sociolaboral

 

 

1. El Inconsciente Mugroso

 

Ahora que ya somos muchos los que nos dedicamos a esto de la orientación sociolaboral, no estaría mal que fuésemos muy ruidosos, para que se notara que también en esta actividad hay muy buenos profesionales y excelentes gestores del deseo de nuestros usuarios de encontrar un buen trabajo. Buena parte de los parados son mujeres. Y como también somos mujeres la mayor parte de los orientadores laborales, es doblemente interesante que no nos discriminemos unos a otros, ¡pod'dió divino! Debemos conseguir que todo lo que escribamos y hablemos como orientadores no sea excluyente con las mujeres en general y con las que son orientadores y parados, en particular. Y porque debemos admitir que todos nos vemos afectados por la desigualdad, hablemos con propiedad, como buenos profesionales .

 

Naces y ya eres niño o niña. Circunstancia ésta, en la que todo el mundo estaría conforme, si no fuera porque tú (sí, tú) no has actuado de acuerdo con nuestras expectativas, que buscan la Igualdad. Nos has fallado. ¿Y sabes por qué? Porque, según naces, ya comienzas a comportarte como lo que te han dicho que eres, niño o niña. Convendrás que, partiendo de esa base, contigo es difícil sacar algo adelante. Sobre todo, cuando te has pasado casi treinta años así, comportándote como un niño o una niña (según). ¡O más de treinta años...! Bueno, en ese caso, la situación ya se vuelve demasiado complicada. Admite que nos lo pones bastante difícil.

 

Lo peor es que no es broma. Sinceramente, no es broma. No se trata de ninguna exageración eso de que actúas, prácticamente desde que naces, con el rol de género que te han adjudicado. ¡Pero tu madre y tu padre tampoco tienen toda la culpa! Sólo un poquito, pero está claro que cada cual vive en el mundo en que vive, así que tampoco queremos cargarles con toda la responsabilidad. ¡Olvídate de Freud y de su manía de echar la culpa de todo al padre y a la madre! ¡Qué tipo más pesado!

 

Ahora bien, debes comenzar por asumir que las cosas son como son. Naces y comienzan a tratarte como suponen que debes ser. Lo único que tienen claro, con respecto a ti, es la forma de tus genitales. A partir de ahí, eres tan llorona como tu madre cuando ve una película pastelona, o gritas tanto como tu padre en el fútbol. Y sí, claro que podrían ponerse otros ejemplos, más sutiles o rebuscados, menos rudos, que no utilicen estereotipos como el fútbol o las pelis de llorar. Porque esto que la Gente Que Sabe llama “atribución de género” se produce en todos los ámbitos culturales. ¡Dónde va a parar! Así que seguro que encontraríamos otros ejemplos muy intelectualoides, pero igualmente sexistas. ¡Igualmente sexistas, oye! Y toda la tarta se levanta sobre esa base, sin que nadie se de ninguna cuenta. Mira cómo nos has salido tú, por ejemplo.

 

Así que te perdonamos que se te haga muy difícil eso de utilizar el idioma sin que se te note toda esa mugre y envilezcas tus folios con simbología extraña a la lengua, como esas “@” o esas “/a” con las que machacas todas tus solicitudes de subvención. Te comprendemos, porque también es nuestra propia “mugre colectiva” y la mugre de quienes estiman o desestiman la subvención. Es nuestro “Inconsciente Mugroso”. Qué le vamos a hacer, si es que es muy difícil escribir algo, desprendiéndote de tu contenido más básico y elemental. ¡Bah, mira, no sé..., mejor si lo dejamos!

 

(Pero, espera. Antes, repasa este texto y dime si se refiere a ti, sin fijarse en si eres un hombre o una mujer. Si es así, igual seguimos metiendo caña).

 

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