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IGUALES POR SUS ACTOS

 

Ponencia 5 . Se educa en casa. La escuela es lo de menos.

 

La campaña Iguales por sus Actos está dirigida expresamente a los hombres que nos dedicamos a la orientación sociolaboral y pretende que tengamos las ideas mucho más claras sobre la igualdad de oportunidades entre mujeres y hombres, las políticas de género y la conciliación entre familia y trabajo. Iguales por sus Actos constará de siete mensajes, sobre los que los orientadores sociolaborales queremos manifestar nuestra opinión, y culminará con la celebración de una mesa redonda online. Participa, seleccionando alguno de los párrafos que te presentamos más abajo o, si lo prefieres, aporta libremente tu propia reflexión personal. Tu participación será tu ponencia, aunque, finalmente, tendrás también la opción de matizarla, ampliarla o, incluso, cambiarla, si así lo deseas, cuando se abra el plazo para la mesa redonda o foro online al que te invitamos. Es decir, que puedes limitar tu participación a los textos que selecciones o a las reflexiones que libremente nos remitas, pero también puedes optar por una posición más activa, durante la mesa redonda online, con la que culminará la campaña.

 

Se educa en casa. La escuela es lo de menos.

Exposición general del tema

¿Por qué, si son mayoritariamente mujeres quienes se dedican a la orientación sociolaboral, terminamos diciendo que somos orientadores ? ¿Cuál es la razón de que, a pesar de ser mayoritariamente mujeres quienes orientan (también generalmente a otras mujeres, por cierto), consideramos que nuestra profesión está en el mismo grupo que las de panadero, camarógrafo, médico, juez, técnico de sonido, estibador del puerto, realizador de televisión o peón caminero, actividades que tampoco se sabe bien por qué se entienden como masculinas? ¿Qué mecanismo nos hace rechazar la consideración de la Orientación Sociolaboral como una profesión equivalente a las de enfermera, maestra, puericultora, modista, peluquera, decoradora, esteticista o azafata, actividades para las que sospechosamente los hombres estamos incapacitados? ¿Por qué también nuestras compañeras piensan igual que nosotros?

En la ficha anterior, hablábamos de un retraso social y cultural de cincuenta años, nada menos. Hoy, nos queremos fijar en algo más profundo. Si consideramos que el efecto del sexismo en el lenguaje es ineludible; si en nuestro país la conciliación entre familia y trabajo es un objetivo insignificante, frente a otros acuciantes problemas más genuinamente laborales; si debemos tener en cuenta que, durante cuarenta años, estuvimos "vacunados" contra cualquier tipo de modernismo., ¿cómo es que los hombres que nos dedicamos a la orientación sociolaboral no nos sentimos como unos travestidos, hombres ejerciendo de comadronas, que no encuentran siquiera una palabra masculina para definir su manera de ganarse la vida?

Si, al final, los hombres tenemos respuesta para todo, es porque, desde muy pequeños, nos han enseñado todas las respuestas: es decir, que nos han enseñado a masculinizar lo que conviene y a feminizar lo que no interesa.

¿Pero quién, cómo y cuándo nos enseñaron esas habilidades? ¿Fue la escuela? ¿Sólo la escuela? ¿No lo aprendimos realmente entre la escuela, la familia, el barrio, las amistades? ¿No lo reforzamos, unos con otros y unas con otras, en el patio del colegio, en las grandes celebraciones familiares? Se habla de "coeducar" y se sigue pensando en el aula, ese lugar donde los críos no nos machacan ese escaso y valiosísimo tiempo libre que nos queda a los pobres esclavos del siglo XXI. ¿No deberíamos haber aprendido que la educación de nuestros hijos e hijas se hace, principalmente, mientras hablamos con ellos; mientras hablamos de ellos (y nos escuchan); mientras juegan con otros niños y hablan con otros padres, en el parque; mientras sigamos incluyendo inocentemente a nuestras hijas en el pronombre "ellos" y a las madres de nuestras hijas en el nombre padres ? La escuela es lo de menos. Y sí, tener hijos es un trabajo añadido. que también te ha tocado a ti.


¿Qué opinas de todo esto?

Aporta tu propia reflexión para la mesa redonda final de la campaña, o, si lo prefieres, opta por alguno de los textos que reproducimos a continuación. Para canalizar tu participación en la mesa redonda, es imprescindible que nos facilites tu nombre y dos apellidos (no es necesario que aportes ningún otro dato). AOSLA-Gizalan respetará la inviolabilidad de los datos personales amparada por la ley, rechazando expresamente cualquier otra utilización ajena a esta campaña.


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Ponencia A : Son muchas las acciones positivas que se pueden llevar a cabo en los procesos educativos. No voy a entrar a enumerarlas, sólo pretendo plantear que el tipo de acción positiva por el que se opte en cada caso, deberá estar condicionado a un análisis de las características del centro educativo y de la comunidad en la que se ubica, incidiendo precisamente en aquellos rasgos actitudinales y culturales en los que el sexismo es evidente. La actividad deportiva, el acercamiento de las chicas a las nuevas tecnologías, la incorporación de los niños a las tareas domésticas, la promoción de juegos no sexistas son, entre otros, campos en los cuales se pueden desarrollar esas acciones. La coeducación ha de estar presente en cada una de las etapas educativas, procurando su adecuación a las características psicopedagógicas de alumnos y alumnas a los que se dirige y teniendo en consideración las exigencias curriculares de cada una de estas etapas.
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Ponencia B : La escuela debe ser consciente de que, en el proceso de elaboración de nociones tales como género (hecho social) o sexo (hecho biológico), se realizan selecciones culturales que están impregnadas de prejuicios, pero que operan como si respondiesen a un proceso de adjudicación de valores objetivos e indiscutibles a la realidad que rodea a las niñas y los niños. Es por ello, que la coeducación, como elemento corrector de desigualdades, debe intervenir en la modificación de estas nociones, aportando informaciones y modelos culturales que superen esos arquetipos. Pero la actividad coeducativa no puede limitarse a la intervención de un grupo de profesores o profesoras, más o menos motivados sobre esta temática. Se trata de implicar a la totalidad de los miembros de la comunidad educativa: padres, madres, profesorado y, por supuesto, el propio alumnado, a quien debe enseñarse que la educación exige un esfuerzo por parte de quien la recibe. Esta propuesta no puede estar en manos de la familia o de la escuela, exclusivamente, sino que tiene que llevarse a cabo de una forma conjunta.
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Ponencia C : Aporta, si lo deseas, tu propia reflexión, argumentándola suficientemente.

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