CORRESPONSABLES EN ORIENTACIÓN
Lo que queda por hacer hasta la igualdad
1. De la vulgar familia...
Ya ves. Al contrario de lo que ocurre con los seres humanos, las leyes son sospechosas de ineptitud, mientras su aplicación no demuestre lo contrario. Si algo nos ha dejado claro la vida que nos toca es que las normas escritas, sancionadas y santificadas son, en el mejor de los casos, la intención de quienes las dictan y, en la más común de las situaciones, una inversión política de alta rentabilidad. Pero no construyen nada. Construir es nuestra responsabilidad. “Corresponsables” es una campaña de información y sensibilización sobre Igualdad de Oportunidades entre Mujeres y Hombres y Conciliación de la Vida Laboral y la Vida Personal, para el personal técnico de orientación sociolaboral. ¡Qué quieres! ¡Está probado que de corresponsabilidad no tenemos la menor idea! |
Lo sabemos todas las orientadoras sociolaborales. Estamos sumergidas en un mundo de falsedades.
Eso de redistribuir responsabilidades ha terminado siendo un musical sonsonete de la modernidad, otra variación lírica sobre lo común y lo diverso. Porque se hacen leyes, desde la premisa de que el hombre es el que gana el pan y la mujer está condenada a ser madre... Si lo sabremos quienes trabajamos en orientación... Tenemos una normativa enfermiza que identifica la conciliación sólo con la custodia de la progenie, como una cosa de mujeres de toda la vida. O sea, un reconocimiento de que la maternidad forma parte de la sociedad de consumo. De ahí, la ley de los 100 euros de rentabilidad por parto probado, certificado y testificado. O los 2.500 de nuevo cuño. Cierto que es mejor que nada, pero nuestras leyes están construidas sobre una supuesta devoción naturalmente femenina hacia la familia que no debería casar con el siglo XXI. ¡Y tu marido echa una mano, sí, para pillarse una temporadita de permiso paternal! ¡Así que te entran unas ganas de coger el primer vuelo sideral con destino a Ganímedes...!
Resulta desalentador vivir a expensas de la insondable relación entre la velocidad y el tocino.
Y eso, en pleno siglo XXI. Y, luego, se extrañan de que, en nuestro país, hay mucho desinterés por la familia, que somos el único país de la Unión Europea donde más ha crecido el porcentaje de hogares con sólo dos personas adultas en edad de trabajar (de 20 a 59 años). ¡Pero si es que estamos como estábamos, antes de todo esto de la igualdad y la conciliación! El espíritu de la ley elabora normas para un concepto familiar diferente, opuesto por el vértice al actual, en el que la familia forme parte del desarrollo personal y no sea una calificación que se produce siempre que se detectan formas vivas de descendencia... Lo peor es que pasan las palabras sobre nuestra vida, sin que apenas cambien de formulación.
Y qué queda por hacer...
• Queda acentuar el mensaje de que el objetivo de la igualdad de oportunidades para mujeres y hombres y la conciliación de la vida laboral y la personal es, efectivamente, redistribuir responsabilidades entre mujeres y hombres, porque las mismas responsabilidades deben interesar por igual a mujeres y hombres. 
Trabajamos en una actividad y en un país, en el que aún diferenciamos entre trabajo femenino y trabajo masculino. La conciliación no puede crecer, en tan pobre caldo de cultivo.
• Queda sembrar para recoger. Según dónde preguntes, hasta un 25 por ciento reconoce tensiones familiares, a la hora de conciliar. Y en otros ámbitos, hay tensiones familiares, precisamente por no conciliar. No tenemos una definición correcta y completa de conciliación. No la vemos como una necesidad para construir todas nuestras facetas personales. Éste debería ser el factor primigenio: tener interés por desarrollar todas nuestras facetas personales y utilizar, para ello, las fórmulas de conciliación.
• Queda instituir una obligatoria repugnancia hacia la visión que tienen las orientadoras de sí mismas como madres que trabajan, o como potenciales futuras madres. Parece una imagen recurrente, pero es cierto que los hombres orientadores no se plantean una visión de padres que trabajan. Ellos son sólo hombres. El mundo es normal para los orientadores, pero anormal para las orientadoras.
Queda convertirnos verdaderamente en corresponsables o actuar como si lo fuéramos.