DESORIENTADAS Los problemas reales de las orientadoras que atienden a personas dependientes

 

 

2. Estrés y Distrés

 

 

Si eres mujer y recibes este mensaje es porque estás en una situación de riesgo de enfermedad laboral. Si hay otras personas a quienes debes dirigir parte de tus atenciones, este riesgo es mayor. Si, además, vives en una estructura familiar o de pareja de tipo tradicional, el riesgo crece aún más. Pero, eso sí, al menos, no estás en minoría. Ser Orientadora Sociolaboral significa tener que hacer frente a una continua situación de estrés... O vivir en un estrés continuo. Orientas, desde tu desorientación.

 

Si eres orientadora laboral, estás estresada. De eso, no te quepa la menor duda. Pero eso es bueno. Todo lo que has aprendido, desde que eras un bebé, lo has hecho a base de estrés. Recuerda tus primeros años escolares y el elevado nivel de tensión que se generaba entre la tabla de multiplicar y tu capacidad para retener en la memoria que dos por ocho son dieciséis... ¡Y entender por qué dos por ocho son dieciséis...! De no haber sido por esa tensión, por esa sensación inicial de que no tienes fuerza ni capacidad para dominar todo lo que te llega de tu entorno, nunca habrías aprendido la tabla de multiplicar. Lo mismo cabría decir con los modales en la mesa o con que no se debe jugar al fútbol en medio de una carretera abierta al tráfico.

 

Y si te retrotraes aún más, ¿recuerdas que aprendiste a caminar, conviviendo con el temor constante a caer al suelo?

 

No es malo el estrés, sino su presencia crónica. Que nunca puedas con él. Y ni siquiera es realmente mala una cierta incapacidad para superar una situación de excesiva demanda de las condiciones de trabajo..., sino la sensación de que no puedes con ella. Cuando la sensación se hace dueña de la situación, te ata de pies y manos, te derrota.

 

Y el resultado de esa derrota se denomina Distrés y es un grave problema. El personal técnico de orientación sociolaboral está en situación de riesgo de Distrés. Y las mujeres dedicadas a esta actividad presentan mayor disposición que los hombres. Porque, además de soportar las tensiones laborales, interiorizan todas las tensiones familiares, las que tienen que ver con la educación de su descendencia y las que relacionadas con la atención a su ascendencia.

 

El Distrés no es ninguna tontería.

Y puede tener manifestaciones físicas paralizantes:

 

Sobre el sistema fisiológico. Sequedad en la boca, aumento de la presión arterial, aumento de la tasa cardiaca, aumento de la tensión muscular, aumento del nivel de colesterol, aumento del nivel de corticoides...

 

Sobre el sistema cognitivo. Incapacidad para tomar decisiones, dificultades de concentración, sensación de confusión, olvidos frecuentes, mal humor, preocupación excesiva...

 

Sobre el nivel motor. Habla rápida, voz entrecortada, imprecisión, predisposición a los accidentes, trastornos de la alimentación, trastornos del sueño, consumo de drogas legales...

 

A largo plazo. Trastornos cardiovasculares, respiratorios, gastrointestinales, musculares, dermatológicos, sexuales, endocrinos, inmunológicos...

 

Hay una forma positiva de afrontar una situación de Distrés . Conviene plantearse muy seriamente modificar esa situación, mantener actitudes proactivas y creativas al respecto, buscar información, poner en marcha acciones y actividades.

 

Y pedir ayuda.

 

Estás en un error, si piensas que necesitas ayuda, porque no eres una buena profesional de la orientación sociolaboral. Si estás dispuesta a pedir ayuda es, precisamente, porque te preocupa ser una buena profesional.

 

Conformarse es perder la batalla.

 

 

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