POR LA BOCA MUERE EL PEZ Contra el execrable abuso de la lingüística abominable en Orientación Sociolaboral

 

 

3. El género dramatical

 

 

Ahora que ya somos muchos los que nos dedicamos a esto de la orientación sociolaboral, no estaría mal que fuésemos muy ruidosos, para que se notara que también en esta actividad hay muy buenos profesionales y excelentes gestores del deseo de nuestros usuarios de encontrar un buen trabajo. Buena parte de los parados son mujeres. Y como también somos mujeres la mayor parte de los orientadores laborales, es doblemente interesante que no nos discriminemos unos a otros, ¡pod'dió divino! Debemos conseguir que todo lo que escribamos y hablemos como orientadores no sea excluyente con las mujeres en general y con las que son orientadores y parados, en particular. Y porque debemos admitir que todos nos vemos afectados por la desigualdad, hablemos con propiedad, como buenos profesionales .

 

En ocasiones, se da la circunstancia de que un individuo infantil del género masculino ve víctimas terminales de conflictos incompatibles con la vida. Eso es lo que ocurre, cuando el buen gusto y, sobre todo, el interés mueren a manos de la estulticia y un mal entendido celo por el lenguaje. Cualquier paladín del machismo nacional bruto puede darle la vuelta a una expresión trasnochada, en sí misma insoportable, con un resultado peor que el punto de partida.

 

Por ejemplo, la proforma del indicador de asiento puede resultar un arma de doble filo. Malo, si la referencia de la invitación es un hombre. Don Fulano de Tal, para él; Señora de Tal, para ella . Pero mucho peor, si la referencia de la invitación es una mujer que irá acompañada de su pareja, algo muy común, desde que las mujeres alcanzan puestos hasta ahora reservados a los hombres. En ese caso, los indicadores dirán Doña Perengana de Tal, para ella; Cónyuge de Señora Doña Tal, para él. Créenos, no nos inventamos un ejemplo forzado. Es real. Y es que hay otros mundos y están en éste. Se trata del género dramatical, un arma de destrucción masiva que resulta de multiplicar la falta de interés por el coeficiente relativo de renuncia neuronal.

 

Nuevos mundos exigen nuevos modos, ¡ pod'dió divino! Hay un buen truco para estas situaciones, que es darle la vuelta a la frase, cambiando el género, y ver cuál es el resultado. He aquí un clásico: Si digo “a la inauguración, podrán acudir los concejales, acompañados de sus mujeres”, puede que hasta me suene a algo normal. Pero si le doy la vuelta, el diablo muestra la cola: “A la inauguración, podrán acudir las concejalas, acompañadas de sus hombres”. Si no se sostiene en la segunda versión, tampoco en la primera.

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