ORIENTADORES Y TECHO DE CRISTAL Por el cabezazo, como método de aprendizaje

 

3. Es sólo sexo, tío
Estrategias de la Jefa, para ligar en el puesto de trabajo

Tranquilo. Las siguientes supuestas “recomendaciones entre jefas” son solamente “curro-ficción” y no tienen nada que ver con la realidad. Interprétalas como un simple ejercicio para contemplar la vida, desde otro curioso punto de vista. Una manera de pasar un par de minutos.

1. Edúcales en que las relaciones sexuales con la jefa siempre producen placer, nunca dolor. Muchos de los hombres que están a tu servicio parecen anclados en un pasado que se niegan a superar. No es de extrañar que tú sí hayas llegado a ser jefa, mientras ellos siguen siendo unos culichichis del tres al cuarto. Desprecian los beneficios del sexo libre y, con semejante actitud, no hacen otra cosa que perpetuar actitudes franquistas, pacatas y nacionalsindicalistas. Estrechos. Parece que por ellos no ha pasado la revolución sexual. ¿Qué fue de mayo del sesenta y ocho, tía, dónde ha quedado Lennon? ¡Hay cosas que sólo pasan en este país...! Pero no bajes la guardia. Vamos a tener que seguir llevándoles de la manita. Lo están pidiendo a gritos, porque, en el fondo, es lo que les gusta. Y hazte valer, que eres tú la que manda. ¡Manga de reprimidos!

2. Ten cuidado con ellos, porque interpretan mal las cosas que son normales. ¿Y sabes lo que realmente pasa? Pues que son ellos los que siempre están pensando en lo mismo, tía. ¡Anda que no tienes tú otras cosas en las que pensar! ¿Quiénes se habrán creído que son? No se te puede ir una manita tonta, porque enseguida se asustan. ¡Uy, uy, uy, acoso sexual...! El caso es que tienes que ir con mucho cuidado con los tíos que están a tu servicio y la madre que los parió, tía. Es que te la pueden buscar, a la mínima. Y es por envidia, porque ellos no sirven para mandar. Así de clarito. Bastantes problemas tienes ya en el curro, para tener que preocuparte, además, con las represiones sexuales de los culichichis éstos. Pero para todo hay remedio. Mira, tú te los tiras y, luego, les dejas unos días tranquilitos, o les dejas salir antes. Ya sabes, tienes un detallito, una atención... ¡Si es muy fácil tenerlos contentos!

3. ¿Y qué quieren, si van provocando? A mí me hace una gracia que me parto el eje, con los hombres que están a tu servicio en el curro. Se pasan el día haciendo deporte, que si el gimnasio por aquí y por allá, poniéndose el culito en forma, que si el frontón y el futbito. Y, después, pretenden que ni les mires. No te digo ya nada, que tengas un acercamiento. ¡Como si quisieras acabar con su matrimonio, hija! ¿Pero de qué van? Si sólo pretendes echarles un polvo, tía. ¿Dónde está el problema? Es una cosa que empieza y acaba en sí misma. Que yo ni quiero cargar con ellos, ni vivir con ellos para toda la vida (que ya sé lo que es eso...) ¿Hay algo de malo en un desahogo? Verás, cuando uno se te ponga tontito, le dices que vas a ser tú misma la que se lo cuente a su mujer. ¡Y ya verás cómo se lo piensa dos veces, antes de andar tocando lo que no suena! Bastante que soy yo la que se abre de piernas. ¡Si te estoy haciendo un favor, gilipollas!

Lejos de ser una agresión directa, abierta, manifiesta y sin doblez alguno, el acoso sexual en el trabajo se disfraza siempre de normalidad para quien lo ejerce. Incluso se presenta como una serie de gestos inevitables y normales, por parte de quien abusa de su poder. Pero lo peor no es eso. Eso es simplemente el conjunto de peculiaridades que definen el delito. Porque es un delito... Lo peor es la agilidad mental con la que saltamos al chiste, cada vez que abordamos el tema. La sonrisa y el sarcasmo esconden, más que la tolerancia, una genuina comprensión hacia determinadas actitudes. En el fondo, pensamos que no es para tanto, que hay una exageración por parte de las víctimas del acoso sexual que son mujeres, en más de un 99,999 por ciento.

 

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