DESEMPLEO DE OTRO GÉNERO
Orientar en el triángulo mujer-paro-crisis
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1. Otra forma de estar en el paro
Lo que pasa es que no lo sabes, pero hay otra forma de estar en el paro. Es diferente, cuando eres una mujer. Tú ni te lo has imaginado. Pero si te tratan de diferente manera, cuando trabajas, también es distinto, cuando te quedas sin trabajo. Tú no lo sabes. Eres un hombre, nunca te ha ocurrido.
Lo primero es la rabia. Eso sí lo entiendes. Soy una víctima de todo esto, de la crisis, de los mercados… Me pasa lo mismo que al resto. Porque somos más de cinco millones y medio y seremos seis millones al final de este año. No es mi culpa.
Pero, después, todo se te cae encima. Y todos los dedos te señalan como la culpable, cuando no lo eres. Aquella situación que quedó borrosa, porque reclamaste tu derecho a un horario más flexible. Siempre a vueltas con el horario del colegio o cuando tuviste que acompañar a tu madre al hospital. Es algo que siempre nos toca a nosotras. Preocupada, porque tu marido nunca te echa una mano y nunca rendiste todo lo que se esperaba de ti… Es después, cuando recuerdas que eras la única persona de tu trabajo que llevaba la cuenta de las veces que había cogido una baja. No olvidas el chasquido de lengua del jefe, la última vez que llamaste, porque tenías fiebre. Siempre me vienes con alguna, mujer tenías que ser: esa frase se convirtió en tu manera de entender la relación con la empresa… Y ahora estoy en el paro.
Deberías entender mejor todo esto, porque me tienes que ayudar a buscar un empleo. ¡Pero eres un hombre y te queda todo tan lejos!
El trabajo te aporta organización, vínculos, objetivos trascendentes, identidad social. El desempleo es un golpe, la vuelta al punto de origen, pesimismo, fatalismo, negación, angustia, resignación, el regreso al hogar. El hombre sale a buscar. La mujer reencuentra su celda en los fogones. |